No todas las plantas hortícolas gozan del mismo protagonismo en nuestros huertos urbanos. Este es el caso de la Rumex acetosa, una planta hortícola en la que se consume sus hojas.

La Rumex acetosa pertenece a la familia de las Polygonáceas, originaria de Europa y es popularmente conocida como acedera o vinagrera.

Es una de estas plantas silvestres que si bien ya se consumía en la antigüedad, a día de hoy se la conoce poco, aunque también es cierto que gracias a que se han mejorado notablemente sus variedades, se cultiva un poco más como verdura o condimento aunque todavía, como decimos, a pequeña escala.

La Rumex acetosa la podemos cultivar en cualquier modalidad de huerto urbano. Si es en huertos urbanos de campo, podemos plantarlas de igual forma que hacemos con las acelgas o espinacas. En huertos urbanos de terraza o balcón, en macetas de unos 18 a 22 centímetros de diámetro, teniendo una sola planta por maceta.

No son tan productivas en follaje como la acelga, por lo que necesitaremos algunas plantas más en este caso para nuestras necesidades.

El tallo de la Rumex acetosa es de color rojizo en su base, tiene un porte erecto, simple y estriado, que puede crecer hasta un metro de altura.

Posee unas raíces algo leñosas que crecen profundamente en los suelos húmedos. Estas raíces son perennes por lo que permanecen mucho tiempo en el terreno.

En cuanto a las hojas de la Rumex acetosa son lanceoladas, carnosas, comestibles, con moderado sabor agrio. Las hojas inferiores están sujetas por un delgado peciolo que se va reduciendo en las más altas hasta desaparecer en las superiores.

Sus flores son dioicas y aparecen en inflorescencia en la parte superior del tallo, formando ramilletes de flores de color verde-rojizo que al madurar se vuelven de color púrpura. Una vez fecundadas, producen semillas que su madurez son brillantes y de color marrón.

De la Rumex acetosa se aprovechan sus hojas. Estas tienen sabor a vinagre, gracias al ácido oxálico que contiene, de ahí el que en algunas regiones se le llame vinagrera.

Gracias a las mejoras genéticas, las hay con colores de sus nervios foliares que las hacen muy decorativas, por lo que además de planta comestible, darán un toque ornamental a nuestro huerto urbano de terraza o balcón.

Sus hojas y tallos tiernos se consumen cocidas como las acelgas y espinacas. También, gracias a su sabor ácido, se emplea habitualmente como condimento de ensaladas y para dar un toque diferente a las sopas u otros platos.