La acelga es una planta hortícola de hoja que permite cultivarse en cualquier tipo de huerto urbano. Es de fácil cultivo y podemos estar recolectando sus hojas durante muchos meses. Tras la espinaca, es una de las verduras más ricas en calcio.
La acelga se llama científicamente Beta vulgaris y pertenece a la familia de las Quenopodiáceas. Es laxante y digestiva.
Sus grandes hojas son de color verde y de carnosas pencas blancas que se emplean para la alimentación. Lo normal es consumirla cocida y aderezada sola como hervido, o bien como acompañante en guarnición de carnes, pescados, etc.
La acelga tiene un sabor semejante al de las espinacas, aunque algo más suave.
De cara a su consumo es aconsejable hacerlo en el menor tiempo posible, ya que conforme transcurre el tiempo, tras su recolección se pierden sus propiedades nutritivas.
Para aprovechar aquellos momentos en los que su producción sea elevada para el consumo normal, podemos mejorar las condiciones de conservación introduciéndolas en el frigorífico. En este caso lo haremos sin lavar, en un envoltorio de plástico perforado. Aun así, no conviene el conservarlas más de cuatro días. Para más tiempo se recomienda su congelación.
La acelga está indicada para dietas de adelgazamiento, por ser un plato muy escaso en aporte calórico, aunque se deben limitar en aquellas personas propensas a cálculos biliares y renales por los oxalatos que contienen.
Si vamos a comprarla al mercado, es una hortaliza que la podemos encontrar durante todo el año, tanto frescas o congeladas. En este caso, para identificar las mejores acelgas, debemos prestar atención a aquellas que posean las hojas bien tersas, brillantes y con un color verde uniforme. Conviene que las pencas, peciolo y nervio principal, sean duras y de color blanco.