El cultivo del granado puede llevarnos a engaño desde un punto de vista de su complejidad. Originariamente hemos visto su cultivo en zonas de tierras pobres y semiáridas, con mala calidad de agua,… vamos, un cultivo alternativo en zonas en las que otros frutales tienen problemas de desarrollo. Pues bien, esto es cierto pero en parte. El granado es un frutal muy rústico que en condiciones de terreno y clima favorables vegeta rápidamente y su producción se ve incrementada notablemente.

Su cultivo en España ha estado durante muchos años localizado principalmente en la zona sur de Alicante sobre terrenos de escaso valor agrícola. Durante un tiempo se arrancaron muchos ejemplares porque estos pequeños árboles eran más rentables como frutal para la jardinería paisajística que por el valor en la recolección de sus frutos. Todo esto ha cambiado. Hoy es una planta de moda por las propiedades nutricionales y saludables de sus frutos y esto ha hecho que se retome su cultivo incrementando notablemente su superficie en el litoral mediterráneo, en muchos casos como alternativa al cultivo del cítrico valenciano.

Por lo tanto, el granado es un frutal candidato a ser tenido en cuenta en cualquier huerto urbano. Para su cultivo es muy importante saber las necesidades de clima y suelo del granado ya que si estas son adecuadas el éxito de su cultivo en nuestro huerto urbano está prácticamente asegurado.

Cultivo del granado en huertos urbanos de campo y jardín

Una vez elegida la o las variedades de granado y tengamos la seguridad de que el clima y suelo le es favorable para su cultivo, procederemos a su plantación. La mejor época para ello es durante los meses de febrero y marzo, utilizando preferiblemente plantones de dos años.

Antes trabajaremos el suelo para descompactarlo si procede, teniendo en cuenta que lo ideal es conseguir una capa de cultivo de 40 a 50 centímetros bien aireada y húmeda. Lo normal es plantar uno o dos ejemplares ya que la productividad es alta y por lo tanto suficiente para el consumo de una familia. Pero si se desean más granados su marco de plantación recomendado es 2 metros entre árboles y de 4 a 5 metros entre filas. Antes se plantaban más distanciados pero las nuevas variedades de granado permiten un cultivo más intensivo.

Una vez preparado el terreno, marcaremos los puntos de plantación y realizaremos unos hoyos con una profundidad aproximada de 40 centímetros. Colocaremos un plantón por hoyo y lo cubriremos de tierra procurando mantener el mismo nivel de plantación que traía del vivero. Antes o inmediatamente después de la plantación, podaremos la parte aérea para equilibrarla con las raíces. Su plantación puede ser a raíz desnuda si la planta aún está en reposo vegetativo y en contenedor para las plantaciones más tardías.

Tras su plantación le daremos un buen riego sobre el hoyo de plantación y colocaremos el riego localizado relativamente cerca de su ‘pequeño’ sistema radicular. Con el tiempo podremos ir separando las zonas de emisión de agua algo más, teniendo en cuenta que esta, en condiciones normales, suele ocupar un área similar al perímetro de su copa.

La frecuencia de riego irá en función de la climatología y época del año. Durante el invierno serán prácticamente nulos porque la planta está invernando y además suelen sucederse lluvias con cierta frecuencia. En primavera y verano se le dan riegos prácticamente mensuales en los que se aplica la fertilización pertinente. El riego debe suprimirse por completo a partir de la entrada del fruto en envero (color rojizo o dorado que toman los frutos cuando empiezan a madurar) para evitar posibles agrietamientos en la corteza del fruto.

Con respecto a la fertilización, estamos ante una planta no muy exigente. Los abonos fosfatados y potásicos son más recomendables aplicados en el momento de la caída de la hoja, mientras que los nitrogenados en fórmulas equilibradas en el momento de su entrada en vegetación. Un aspecto a tener muy en cuenta es no abusar del exceso de nitrógeno en árboles jóvenes ya que provoca tanto una disminución de su floración como el desarrollo de ramas muy largas y débiles, que con el peso de sus frutos pueden arquearse en exceso e incluso romperse, sobre todo en días de viento que las mecen en exceso.

Con respecto a la aportación de materia orgánica lo ideal es hacerlo durante la preparación del terreno. Ya en cultivo se puede hacer una aportación anual si el terreno se labra. Si no, lo mejor es el aporte de abonos orgánicos (ácidos húmicos y fúlvicos) en fertirrigación.

El granado manifiesta rápidamente la carencia de hierro en cultivo. Lo manifiesta con una clorosis acusada cuando se dan valores elevados en caliza activa y salinidad en el terreno, clorosis que puede ser corregida fácilmente con aportaciones de quelatos de hierro y uso en momentos concretos con un corrector de salinidad como por ejemplo el producto Kitasal.

Mantener el terreno con el menor número de las llamadas malas hierbas es muy importante. Tampoco debemos obsesionarnos con eliminarlas todas porque estas componen un importante espacio para el anidamiento y refugio de la fauna auxiliar. El momento de esta labor de cultivo se hace preferentemente durante los meses invernales, normalmente en enero y si se hace con el cultivador se conseguirá además obtener un suelo más esponjoso. En tal caso es un momento ideal para enterrar el estiércol y los abonos que se incorporen al terreno. Durante la primavera y verano también es importante realizar algunas pasadas con el motocultor para eliminar malas hierbas y evitar el exceso de evapotranspiración.

Frutos de granado en el árbol

La poda del granado

Con respecto a la poda la iniciaremos con la llamada ‘poda de formación’ realizada sobre el plantón nada más plantado. Esta consiste en eliminar las ramitas del tronco hasta una altura de unos 50 cm del suelo, dejando tan solo dos o tres yemas o ramitas para que desarrollen sus llamadas ‘ramas básicas de estructura’ que al crecer den al granado la ‘forma de vaso’. Será normal que el granado emita brotes y chupones verticales por el centro de la copa e incluso muchos brotes por la base, brotaciones indeseadas que deberemos ir eliminando para favorecer el correcto desarrollo del árbol.

Otro tipo de poda del granado es la llamada ‘poda de fructificación’ y que consiste básicamente en un simple aclareo de aquellas ramas que crecen ‘fuera de lugar’, que se entrecruzan y llenan en exceso la zona interior del árbol. También eliminaremos los brotes anuales que consideremos que no son necesarios y aquellos rotos o dañados para mantener la planta sana. En este último caso elegiremos una o varias ramas nuevas de sustitución en las que sus posiciones puedan sustituirlas adecuadamente.

Y por último se encuentra la llamada ‘poda de rejuvenecimiento del granado’. Sólo se realiza en árboles de edad o que observamos que baja su producción. Como su nombre indica está orientada al rejuvenecimiento del granado. Son podas más bien drásticas sobre las ramas de estructura y que debemos realizar de forma escalonada en dos o tres años con el objetivo de conseguir una renovación total de sus ramas.

Por último, además de los tratamientos fitosanitarios que trataremos en otro artículo de forma monográfica, tenemos el trabajo cultural llamado aclareo que es imprescindible para obtener frutos de calidad. Este trabajo consiste en eliminar aquellos frutos que puedan estar afectados por el sol (planchados o con la piel excesivamente dañada) ya que de dejarlos no tendrán buen sabor.

Esta labor también nos permite controlar el tamaño de los frutos restantes. Lo aconsejable es dejar una o dos granadas por pomo. En cuanto al momento ideal de realizarlo es en el momento después del cuajado durante el mes de julio ya sea en un solo pase o dos con un intervalo de unas tres semanas.

Cultivo del granado en maceta

El cultivo del granado en maceta es muy simple aunque a diferencia de los cultivados a pleno sol en el campo o jardín, en este caso al tratarse de un huerto urbano de terraza o balcón la ubicación del edificio nos puede condicionar su cultivo. Debemos saber que tenemos que ponerlo en una posición que le dé el sol directo el mayor tiempo posible.

Otro aspecto a tener en cuenta es el sustrato. Este puede partir de uno comprado ya fabricado del tipo ‘sustrato universal’ al que se le añadirá arena de rio lavada en un 15% y tierra de campo arcillosa en un 25% como mínimo. La idea es conseguir un sustrato pesado pero que drene bien.

La maceta a utilizar debe ser de tamaño grande, de unos 50 centímetros de diámetro y otros tanto de altura. Recordemos que estamos ante un pequeño árbol frutal. Y el momento ideal de plantación, como lo normal es que lo compremos en maceta bien enraizado en un centro de jardinería, se puede hacer durante todo el año. El resto de cuidados es similar a los realizados en los huertos urbanos de campo y jardín.