El cultivo del tomate en nuestro huerto urbano comienza en la mayoría de casos con la compra de los planteles de tomates. Es cierto que podemos hacerlo realizando un semillero, pero o bien que deseamos acelerar el cultivo o porque no queremos correr el riesgo de esta fase, es por lo que los planteles de tomates es una muy buena alternativa.

Los planteles de tomates los podemos encontrar en un gran número de centros de jardinería y agricentros. A su vez, nos damos cuenta que hay un importante número de tipos y variedades.

Por ello, para nuestro huerto urbano, en la elección de los tipos y las variedades correctas, reside una de las principales claves del éxito. Estas deben de estar adaptadas al clima y además responder a los tipos más demandados por los gustos personales.

Los planteles de tomates que podemos encontrar se comercializan básicamente en bandejas de alvéolos, con una altura de unos 10 a 20 centímetros de altura con 3 a 6 niveles de hojas. Estos los podemos comprar en tantas unidades como deseemos.

En cuanto a sus precios, vemos que varían notablemente según su calidad. Sabiendo que suelen cultivarse al aire libre, ya sea en balcones, terrazas, áticos o parcelas de terrenos, en todos estos casos, la resistencia, limpieza genética y fuerza de las plantas de tomate es fundamental.

Los planteles de tomates de mayor precio suelen ser los híbridos e injertados, aunque también suelen ser las plantas mucho más productivas si las condiciones de cultivo son adecuadas.

Para huertos urbanos de campo, cualquier tipo de tomate nos será válido. En los de terraza y balcón, las variedades de porte más pequeño nos permitirán un mejor manejo.

Los planteles de tomates deben de ser plantados lo antes posible tras su compra. En ese proceso, no debemos plantarlos muy profundos. Unos 2 centímetros más por encima del nivel del cepellón.

En el caso de planteles de tomates injertados, nunca deberemos enterrar por encima de la zona del injerto. Este punto es claramente visible y en ocasiones poseen aun la pinza utilizada durante el proceso de injertado.

Por último, tengamos presente que sólo a partir de plantas adaptadas a la zona, fuertes, sin virosis, con ciertas resistencias a enfermedades y muy productivas, podemos optar a una gran productividad. Recordemos ese gran refrán: de buen huevo… buen pollo.