Antes de su plantación en un huerto urbano de campo, es importante conocer las necesidades del Granado, en especial los factores de clima y suelo. Así podremos saber si el cultivo parte con ciertas garantías de éxito ya que estos dos temas son altamente limitantes y difíciles de controlar o actuar sobre ellos.

El clima más favorable para el granado es el clima subtropical e incluso el tropical. De hecho, los mejores frutos se obtienen en las regiones subtropicales donde el periodo de temperaturas elevadas coincide con la época de maduración de las granadas.

Si bien, es un cultivo muy utilizado en terrenos pobres y marginales, soportando muy bien la sequía, el granado es exigente en agua y frescura para sus raíces y solamente en estas condiciones es cuando da muchos frutos de buena calidad.

En zonas o regiones más frías, el granado se adapta muy bien, siempre y cuando las temperaturas no alcance los -15ºC. En este aspecto y como anécdota, hay ciertas variedades Chinas y del Turquestán que son mucho más rústicas, llegando a soportar temperaturas de -18 y -20 ºC.

Por lo tanto, el granado puede vegetar correctamente en climas templados si bien es muy sensible a las heladas tardías a partir de la entrada en vegetación. Debido a su retraso vegetativo y de floración, corre peligro de que las flores se vean afectadas por las heladas tardías de primavera.

Necesidades de suelo del Granado

En cuanto al suelo, el granado no es muy exigente, aunque da mejores resultados en suelos profundos. El suelo ideal para él es el ligero, permeable, profundo y fresco… siendo muy buenos los de tierras de aluvión. Los terrenos alcalinos le son favorables e incluso los excesos de humedad favorecen su desarrollo.

Es una planta muy rústica que le es indiferente la alcalinidad o acidez del suelo, tolera la sequía, la salinidad, la clorosis férrica y a caliza activa: es una planta todo terreno.

Aun así, si nuestro huerto urbano está situado en tierras de secano, la sequía en el momento de la floración puede provocar la caída de la flor y reducir la cosecha al mínimo.

Por el contrario, si el huerto urbano es de regadío, tengamos cuidado en abusar de los riegos poco antes de entrar el fruto en envero ya que pueden ser causa de su agrietamiento.