El uso de mantas térmicas para cultivo en el huerto urbano es una de las soluciones más económicas y fáciles de utilizar, siempre y cuando seamos conscientes de sus limitaciones ante la protección de heladas.

Las mantas térmicas para cultivo son un geotextil traslúcido (película de plástico microperforado, de aspecto lanudo y fibroso) que se apoya directamente sobre la planta, como si de un velo se tratase.

Este producto se puede utilizar tanto en huertos urbanos de campo como de terraza y balcón.

Si bien los riesgos de helada van muy asociados con la zona donde tengamos el huerto urbano, los de campo sufren antes las consecuencias del frío que los de terraza y balcón, ya que el calor de las calefacciones de la ciudad atempera notablemente el ambiente en varios grados centígrados.

¿Cómo utilizar las mantas térmicas para cultivo?

Su uso es muy sencillo ya que basta con su colocación sobre la planta. El perímetro de la manta térmica puede estar sujeto al suelo ya sea mediante ganchos clavados a él o simplemente enterrándolo unos centímetros con la misma tierra del campo. En cualquier caso, es importante sujetar bien la malla para evitar que el viento la desplace, dejando el cultivo desprotegido.

El sistema de sujeción debe de ser cómodo para retirar y colocar fácilmente, especialmente para facilitar las tareas de los tratamientos fitosanitarios y las labores de limpieza.

Si el uso y conservación posterior es el adecuado, estas mantas térmicas para cultivo pueden tener una duración de varios años.

Mantas térmicas para cultivo

Ventajas de las mantas térmicas para cultivo

Las ventajas son varias. Ya no sólo al evitar daños en las plantas por el frío cuando las heladas son suaves, sino que también las protegen de las invasiones y daños de insectos y pájaros, gracias a que hacen de barrera entre ellos y la planta.

Una vez colocada la manta térmica sobre el cultivo, las plantas siguen vegetando con total normalidad bajo ella, como si de un mini invernadero se tratase. Evita que el rocío duerma sobre la planta, a la vez de retener unos pocos grados de temperatura durante la noche, suficiente para evitar heladas cuando las temperaturas no bajan en exceso.