El tomate es una planta hortícola que no suele faltar en nuestro huerto urbano. Es de origen americano, concretamente de la región andina que se extiende desde el sur de Colombia al norte de Chile, si bien fue en México donde se domesticó como planta comestible.

El tomate pertenece a la familia de las Solanáceas y su nombre científico es Lycopersicon esculentum Mill. Desde sus comienzos, el tomate ya se consumía en distintos tipos de formas, tamaños y colores como el rojos y amarillos en México en el siglo XVI. En aquella época también se consumía en España e Italia, mientras que en otros países como Alemania no entró como alimento hasta comienzos del siglo XIX.

Gracias a sus mejoras genéticas, actualmente, el surtido en formas y colores dan satisfacción a todos los gustos.

Como planta, el tomate es perenne de porte arbustivo, aunque la cultivaremos en el huerto urbano siempre como planta anual. Su crecimiento puede ser de forma rastrera, semierecta o erecta, pero las variedades que se cultivan en el huerto casi siempre necesitan ser entutoradas.

Técnicamente, las variedades del tomate se clasifican según su crecimiento: ‘determinadas’ si su crecimiento es limitado (paran su desarrollo en un momento de su cultivo), e ‘indeterminadas’ si este, como su nombre indica son de crecimiento ilimitado (llegan a alcanzar longitudes importantes). En este segundo caso, deberemos eliminando los brotes laterales e ir tutorándola durante todo su cultivo.

Su sistema radicular está estructurado en una raíz principal corta y débil, saliendo de ellas numerosas raíces secundarias y potentes. Sobre la base del tallo también se suelen presentar raíces adventicias. Estas raíces jugarán un papel muy importante cuando aporquemos el cultivo.

El tallo principal del tomate funciona como eje con un grosor que oscila entre 2 y 4 centímetros en su base, sobre el que se van desarrollando sus hojas, los tallos secundarios y las inflorescencias.

En cuanto a sus hojas, estas se disponen de forma alternativa sobre el tallo, son compuestas con foliolos peciolados, lobulados y con borde dentado, en número de 7 a 9 y recubiertos de vellosidad.

Sus flores constan de cinco o más sépalos, de igual número de pétalos de color amarillo, dispuestos de forma helicoidal. Estas se agrupan en inflorescencias de tipo racimoso, generalmente en número de 3 a 10 según variedades. Las inflorescencias se desarrollan cada 2-3 hojas en las axilas.

El fruto del tomate es una baya que puede alcanzar un peso que oscila entre unos pocos miligramos y los 600 gramos según tipos y variedades. El fruto puede recolectarse separándolo de forma limpia de la planta o con parte del pecíolo como ocurre con las variedades del tipo ramillete.

Recolectados en su momento óptimo de maduración para, los tomates son mucho más sabrosos.