La Polyphagotarsonemus latus, también conocida como la araña blanca, es una de las plagas que amenaza numerosos cultivos, sobre todo en las épocas más calurosas y con alta humedad relativa.
A pesar de su nombre común, es importante aclarar que no se trata de una araña verdadera, sino de un ácaro perteneciente a la familia Tarsonemidae. Este diminuto ácaro se ha convertido en una plaga polífaga y altamente dañina en diversas regiones agrícolas del mundo y, por supuesto, España.
Su capacidad para pasar desapercibida en las primeras etapas de infestación la convierte en un desafío constante para agricultores profesionales y aficionados del bricohuerto por igual, demandando una vigilancia y un conocimiento para su manejo eficaz.
La Polyphagotarsonemus latus.
Para comprender la amenaza que representa la araña blanca, nos adentrarnos en su biología. Son ácaros extremadamente pequeños, con un tamaño que oscila entre 0,1 y 0,3 milímetros, lo que los hace casi invisibles a simple vista y dificulta su detección temprana.
Presentan un cuerpo ovalado y brillante, con una coloración que varía desde el blanco translúcido en sus estadios inmaduros hasta un tono amarillento o verde claro en los adultos. Las hembras en estado adulto, son ligeramente más grandes que los machos y poseen un par de patas traseras modificadas, lo que les confiere una apariencia distintiva.
El ciclo biológico de la araña blanca.
Su ciclo biológico es sorprendentemente corto y se ve fuertemente influenciado por las condiciones ambientales, especialmente la temperatura y la humedad. En condiciones óptimas, puede completarse en tan solo 4 a 7 días, lo que permite el solapamiento de generaciones y un crecimiento exponencial de la población en un corto periodo.
El ciclo comienza con la puesta de huevos, que son elípticos, translúcidos y están cubiertos por diminutas protuberancias blancas, lo que les da una apariencia granulosa. La hembra deposita estos huevos en el envés de las hojas jóvenes y en los brotes tiernos.
De los huevos eclosionan las larvas, que son el primer estadio móvil. Después de un breve periodo larval, pasan a un estadio de prepupa y luego a pupa, ambos inmóviles y de corta duración. Finalmente, emergen los adultos, listos para reproducirse y continuar el ciclo.
Una sola hembra puede depositar entre 30 y 75 huevos a lo largo de su vida, lo que explica la rapidez con la que las poblaciones pueden dispararse.
¿A qué plantas ataca la araña blanca?
La Polyphagotarsonemus latus es verdaderamente polífaga, lo que significa que tiene una amplia gama de plantas hospedantes, lo que la convierte en una preocupación generalizada para la agricultura.
Su preferencia por los tejidos jóvenes y tiernos la hace especialmente dañina en etapas de crecimiento activo de las plantas. Es una plaga de gran impacto en cultivos como el pimiento, el tomate, la berenjena, el pepino, la judía, la patata, el algodón, la fresa y la lechuga. En frutales, aunque su impacto es menor que en hortícolas, puede afectar a frutales como los cítricos, especialmente en brotes jóvenes.
En frutales tropicales se ha convertido en una plaga de gran relevancia en el mango, la papaya, el aguacate y el plátano, donde los daños pueden ser muy significativos.
También es una plaga común en invernaderos de flor cortada y plantas ornamentales en maceta, afectando a especies como la gerbera, el crisantemo, la violeta africana (Saintpaulia ionantha), la hortensia y el clavel, entre muchas otras.
Síntomas y daños del ataque de la Polyphagotarsonemus latus.
Los síntomas de un ataque de Polyphagotarsonemus latus a menudo son confundidos con deficiencias nutricionales o enfermedades virales, lo que complica su diagnóstico.
Al ser tan pequeños, el daño no se asocia directamente con su presencia hasta que la población es considerable. Estos ácaros se alimentan succionando los contenidos celulares de las células epidérmicas de las hojas, tallos jóvenes y frutos.
Los síntomas más característicos incluyen la deformación y enrollamiento de las hojas. Las jóvenes, especialmente las terminales, se vuelven quebradizas, se curvan hacia abajo (encartuchamiento) y adquieren una textura rugosa o coriácea.
También una coloración anómala de las áreas afectadas, que pueden mostrar un color verde oscuro brillante, bronceado o incluso púrpura en los brotes y la cara inferior de las hojas. En otros casos, se observan decoloraciones amarillentas o plateadas.
En ataques severos, los brotes pueden necrosarse y la planta entera puede mostrar signos de marchitez generalizada, como si le faltara agua, incluso con humedad suficiente en el suelo.
El aborto floral y caída de frutos es otros de los daños ocasionados. La alimentación en las flores y frutos jóvenes puede provocar el aborto floral, la deformación de los frutos y su posterior caída, resultando en pérdidas significativas de rendimiento y calidad.
Además de crear aspecto «corchoso» en frutos. En cultivos como el pimiento o el mango, los frutos afectados pueden desarrollar una piel engrosada y de aspecto rugoso o «corchoso», perdiendo su valor comercial.
¿Cuándo ataca más la araña blanca?
La araña blanca es especialmente virulenta en condiciones de temperaturas cálidas (entre 20 °C y 30 °C) y humedad relativa alta (por encima del 80-85 %). Estas condiciones favorecen su rápido ciclo de vida y la explosión demográfica de sus poblaciones.
En ambientes protegidos como los invernaderos, donde estas condiciones son más estables y controladas, la Polyphagotarsonemus latus encuentra un ecosistema ideal para prosperar durante todo el año, lo que la convierte en una plaga constante y de difícil manejo.
En cultivos al aire libre, su presencia es más estacional, coincidiendo con los meses de verano y principios de otoño en zonas templadas, y prácticamente durante todo el año en climas tropicales.
Control de la araña blanca.
El manejo de Polyphagotarsonemus latus requiere una estrategia integrada que combine diferentes métodos para maximizar la eficacia y minimizar el impacto ambiental. No existe una solución única, sino un conjunto de herramientas que deben aplicarse de manera coordinada.
Lucha biológica contra la araña blanca.
El control biológico es una herramienta fundamental en el manejo de la araña blanca, especialmente en sistemas de producción sostenibles y ecológicos.
El uso de depredadores naturales específicos es la piedra angular de esta estrategia, entre ellos:
- La Amblyseius swirskii: Este ácaro fitoseido es uno de los depredadores más utilizados y eficaces contra Polyphagotarsonemus latus. Se alimenta de todos los estadios de la araña blanca (huevos, larvas y adultos) y también puede consumir trips, lo que lo convierte en un controlador biológico versátil. Es especialmente útil en cultivos hortícolas bajo invernadero.
- El Neoseiulus cucumeris: Otro ácaro fitoseido de gran importancia. Aunque es más conocido por su control de trips, también se alimenta de Polyphagotarsonemus latus, especialmente de los estadios inmaduros. Complementa bien las estrategias con A. swirskii.
- La Amblydromalus limonicus: Este depredador es otra opción prometedora, con una buena capacidad de búsqueda y establecimiento en los cultivos.
La liberación de estos enemigos naturales debe realizarse de manera preventiva o al inicio de la infestación, para permitir que sus poblaciones se establezcan antes de que la plaga alcance niveles críticos.
También es importante mantener reservorios en el cultivo, plantas huésped que permitan mantener una población base de estos depredadores cuando el cultivo no ofrezca las condiciones adecuadas para ellos.
Métodos culturales contra la araña blanca.
Las prácticas culturales adecuadas son la primera línea de defensa para prevenir y mitigar los ataques de araña blanca.
Una de ellas es la vigilancia y monitoreo constante. La inspección regular de las plantas, especialmente el envés de las hojas jóvenes y los brotes, es crucial para detectar la plaga en sus primeras etapas. El uso de lupas cuentahílos de mano puede ser de gran ayuda.
La eliminación de malas hierbas es otra práctica, porque pueden actuar como reservorios de la araña blanca, por lo que su control en el entorno del cultivo es esencial.
También la eliminación de hojas, brotes o plantas severamente afectadas puede reducir significativamente la fuente de inóculo. O mantener una buena ventilación en invernaderos y evitar condiciones de alta humedad prolongada, puede desalentar la proliferación de la plaga.
Y la limpieza de estructuras y herramientas. La desinfección de invernaderos y herramientas agrícolas entre ciclos de cultivo ayuda a eliminar poblaciones residuales.
Control químico contra la araña blanca.
El control químico contra la Polyphagotarsonemus latus debe considerarse como una medida complementaria y de último recurso, especialmente cuando las poblaciones de la plaga son elevadas y el control biológico no es suficiente.
Para ello, es fundamental elegir productos específicos para ácaros (acaricidas) que sean selectivos y respetuosos con la fauna auxiliar. Para evitar el desarrollo de resistencias, es importante alternar productos con diferentes modos de acción.
En su aplicación se dirigir al envés de las hojas y los brotes jóvenes, donde se localiza la plaga, mejora la eficacia del tratamiento. Y es imprescindible seguir estrictamente las dosis y plazos de seguridad indicados en la etiqueta del producto.
En esta práctica, es recomendable priorizar acaricidas que sean compatibles con los programas de control biológico y con las normativas vigentes, como las establecidas en el marco del ‘Pacto Verde’ y la estrategia ‘De la Granja a la Mesa’ de la UE, que promueven un uso más sostenible de los fitosanitarios.
De igual forma, el manejo eficaz de plagas como la araña blanca, a través de estrategias sostenibles, no solo protege nuestros cultivos, sino que también es un paso más en el compromiso con una agricultura resiliente y respetuosa con el medioambiente.