Las mantas térmicas para cultivo se encuentran dentro de los insumos agrícolas que, mediante su técnica de aplicación, permiten la optimización de las condiciones de cultivo, ya que estos son un factor clave para asegurar tanto la rentabilidad como la calidad de las cosechas.
Estos agrotextiles, y en particular las mantas térmicas, son una solución versátil y eficiente para la protección y manejo de cultivos, especialmente en los sectores de la horticultura y plantas ornamentales.
Destacar que, su uso no es para una simple protección contra el frío, sino que también participa como un elemento estratégico para mejorar la precocidad, proteger frente a plagas y optimizar las primeras fases de desarrollo de las plantas.
¿Qué son las mantas térmicas o mantas flotantes?
Las mantas térmicas, también conocidas en el sector como mantas flotantes, son velos de protección o agrotextiles no tejidos, a modo de láminas ligeras fabricadas a partir de fibras de polipropileno.
También están las mantas flotantes fabricadas con nailon, más ligeras y resistentes, que gozan día a día de mayor interés entre los agricultores.
Se presentan como un «tejido no tejido» (TNT), lo que les confiere una estructura porosa y traslúcida que permite el paso de la luz, el aire y el agua, elementos indispensables para el desarrollo de las plantas.
Las empresas comercializadoras de mantas térmicas agrícolas, lo hacen en rollos de diferentes anchos y longitudes, y su característica técnica más importante es el gramaje, expresado en gramos por metro cuadrado (g/m2). Este valor determina su grosor, resistencia y capacidad de aislamiento térmico, adaptándose así a diferentes necesidades agronómicas.
Las principales aplicaciones de las mantas térmicas en la agricultura.
La versatilidad de las mantas flotantes permite su uso en diversas estrategias de cultivo, aportando beneficios directos sobre la producción.
Mantas térmicas para la protección contra heladas.
Uno de sus usos de las mantas flotantes más extendidas es la protección contra las heladas de radiación, que son aquellas que se producen en noches frías y despejadas.
La manta térmica, extendida sobre el cultivo, crea un microclima que reduce la pérdida de calor irradiado por el suelo durante la noche. Este efecto puede suponer un incremento de la temperatura bajo la manta de entre 2 y 4 ºC respecto a la temperatura ambiente, una diferencia a menudo suficiente para evitar daños por congelación en los tejidos vegetales de cultivos sensibles como la lechuga, la patata temprana, el apio y demás cultivos hortícolas o las flores de frutales. También en cultivos de plantas ornamentales cultivadas al exterior.
Además, estas mantas térmicas sobre el cultivo, permite que el cambio brusco de temperaturas tras salir el sol, sea menos fuerte y con ello, una transición más suave de las temperaturas, factor que también es bueno para el cultivo en estos casos de noches muy frías.
Mallas flotantes para mejorar la precocidad en los cultivos.
Al crear un microclima más cálido y estable, la manta térmica genera un «efecto invernadero» localizado que acelera el ritmo de crecimiento de las plantas.
Este aumento más precoz de la temperatura diurna favorece los procesos fisiológicos del cultivo, permitiendo adelantar la cosecha varias semanas.
Esta precocidad es especialmente valiosa en hortalizas como el melón, la sandía, el calabacín o la fresa, ya que permite a los agricultores acceder al mercado en momentos de menor oferta y, por tanto, obtener mejores precios.
Mallas flotantes como barrera física contra plagas.
En línea con las estrategias de Gestión Integrada de Plagas (GIP) y las directrices europeas «De la Granja a la Mesa«, las mantas térmicas actúan como una barrera física eficaz que impide el acceso de numerosos insectos a los cultivos.
Son especialmente útiles para controlar plagas como la mosca blanca, los pulgones, la mosca del puerro, la mosca de la col y, de forma muy notable, los trips. Al evitar el contacto del insecto con la planta, se reduce la necesidad de aplicar tratamientos fitosanitarios, disminuyendo costes y el impacto ambiental.
Mantas térmicas para mejora de la germinación y el enraizamiento de semillas y esquejes.
En las fases iniciales del cultivo, mantener unas condiciones de humedad y temperatura estables es fundamental. La manta térmica, colocada directamente sobre las bandejas de semilleros o esquejes, el suelo tras la siembra, etc. conserva la humedad, reduce la evaporación y mantiene una temperatura más constante, creando un entorno idóneo para la germinación de las semillas o el enraizado de esquejes.
Del mismo modo, favorece el enraizamiento de plántulas recién trasplantadas o de estaquillas, reduciendo el estrés post-trasplante.
Además de estos usos principales, también ofrecen protección frente a vientos fuertes que pueden provocar desecación o daños mecánicos, así como frente a lluvias intensas o granizos de pequeño tamaño, y evitan los daños producidos por pájaros.
La instalación y el manejo de las mantas flotantes.
La correcta instalación de la manta térmica es sencilla pero importante para su efectividad. Se debe extender directamente sobre el cultivo, asegurando que quede holgada para no limitar el crecimiento de las plantas.
Los bordes deben quedar bien sujetos para evitar que el viento la levante, lo cual se puede conseguir enterrando los laterales con tierra, o utilizando piquetas y sacos de arena.
Es importante considerar que, en cultivos que requieran polinización por insectos, la manta deberá ser retirada durante las horas de mayor actividad de los polinizadores para no interferir en el cuajado de los frutos.
Igualmente, en días de alta radiación solar y temperaturas elevadas, puede ser conveniente retirarla temporalmente para evitar un sobrecalentamiento bajo la cubierta.
Aspectos a tener en cuenta para la elección y durabilidad de la manta térmica.
La elección del gramaje adecuado dependerá del objetivo principal. Los más comunes oscilan entre 17 y 30 g/m2.
Las de 17 a 19 g/m2, son los más ligeros y se utilizan principalmente para el fomento de la precocidad y como barrera anti-insectos, ya que ofrecen una alta transmisión de luz.
Las de 23 a 30 g/m2, al ser más gruesos, se emplean cuando el objetivo principal es la protección contra heladas, ya que ofrecen un mayor aislamiento térmico.
Aunque están tratadas para resistir la degradación por la radiación ultravioleta (UV), su vida útil suele ser de dos a tres campañas, dependiendo de las condiciones climáticas y del manejo. Un almacenamiento correcto, limpias, secas y protegidas de la luz solar directa, es fundamental para prolongar su durabilidad.
Mantas flotantes de colores.
Destacar que el uso de mantas flotantes de colores es una línea de investigación y desarrollo muy interesante que se está trabajando actualmente.
Aunque su aplicación comercial aún no está tan extendida como la de las mantas blancas tradicionales, los ensayos que se están llevando a cabo son prometedores y abren la puerta a un manejo mucho más preciso de los cultivos.