La Flavescencia dorada de la vid se identificó por primera vez en España en 1996, más concretamente en la comarca de del Alt Empordà en Girona. Inmediatamente, se pusieron en marcha las medidas de contención y fue dada como erradicada en 2020. Siete años desde que se detectó la última vez, en 2022 vuelven a parecer viñas con sus síntomas.

Flavescencia dorada

La Flavescencia Dorada es una enfermedad que afecta a la vid. Es causada por un fitoplasma (una bacteria) que parasita de forma intracelular a los vasos del floema.

Esta enfermedad es trasmitida de cepa a cepa a través de la cicadela Scaphoideus titanus Ball. Un insecto homóptero, procedente de América del Norte.

Los daños producidos por esta enfermedad son peligrosos porque solo existe el control del insecto vector como método de lucha. Además de los importantes daños derivados de la reducción y muerte de la cepa, el método de lucha, una vez afectada la planta, es la destrucción de las cepas infectadas.

Quizás por ello, actualmente es la enfermedad de la viña considerada como más grave de los viñedos europeos.

Evolución de la Flavescencia dorada en Europa

Procedente de América del Norte, la Flavescencia dorada de la vid se detectó por primera vez en 1956 en Francia. De ahí llegó a los países de Italia, Portugal, Serbia y Suiza, detectándose por primera vez en España en 1996, en viñedos de la provincia de Girona.

En 2006 se detectó un nuevo foco en Gerona y ese mismo año se confirmó su presencia también en Galicia (Pontevedra) y Portugal.

Síntomas de la Flavescencia dorada

Las viñas afectadas por la Flavescencia dorada presentan sus daños en sarmientos, racimos y hojas.

Estas plantas afectadas retrasan sus brotaciones primaverales y ya en invierno, sus sarmientos poseen una inusual flexibilidad, simulando como si fuesen de goma. Su coloración tiende a rojizo y con la llegada del invierno mueren.

En sus racimos florales se desecan y si algunas flores cuajan, sus uvas van desecándose y arrugándose, no terminando de madurar. Si alguna lo hace, su acidez es inusualmente alta.

En cuanto a sus hojas, a partir del inicio del verano, manifiestan decoloraciones generalizadas, siendo diferentes en función de la variedad. En el caso de las variedades tintas aparecen coloraciones rojizas, mientras que en las blancas amarilleos cloróticos difusos.

En la mayoría de ellas e independientemente de si son tintas o blancas, unos síntomas comunes son el enrollamiento y curvatura hacia el envés de la hoja en forma de teja, la sobre posición de unas hojas sobre las otras a modo de escamas de un pez y el aspecto general de decaimiento de la cepa.

Como consecuencia de todo ello, se pueden dar pérdidas importantes de cosecha en el conjunto de la plantación, además de que las plantas afectadas terminan muriendo, cuando a su vez se muestran como foco de infección por el vector Scaphoideus titanus.

Control de la Flavescencia dorada

Como hemos avanzado, la Flavescencia dorada no tiene control fitosanitario, quedando reducido al sí control del insecto vector: Scaphoideus titanus.

Al no existir sistemas de lucha directos contra los fitoplasmas, hay que establecer estrategias preventivas para evitar la aparición de la enfermedad. Una de ellas es la lucha contra el Scaphoideus titanus.

Otra es el adquirir plantas de vid sanas, con su correspondiente pasaporte fitosanitario CE. Por supuesto, no introducir clandestinamente material vegetal procedente de zonas o países con Flavescencia dorada, incluso cuando esta no esté detectada.

Y si se observa la presencia de Flavescencia dorada en cultivo, avisar inmediatamente a la Sección de Sanidad y Producción Vegetal de la provincia o a las Estaciones de Avisos Agrícolas. Es de todos sabido que la rapidez en el diagnóstico, es fundamental para controlar la enfermedad y evitar su propagación.