Qué son los gestores de residuos de envases agrícolas: son clave para la correcta gestión de los envases agrícolas una vez que han cumplido su función. Un sistema que nos permite cerrar el ciclo de vida de estos materiales.

La agricultura, si bien es esencial para alimentar a nuestra sociedad, genera una cantidad significativa de residuos. Centrados en el sector agrícola, desde los pequeños envases de fitosanitarios o fertilizantes que se utilizan en el manejo de los cultivos (envases primarios), pasando por las cajas o sacos que agrupan estos productos para su transporte y comercialización (envases secundarios), hasta los palets y filmes retráctiles que facilitan la logística a gran escala (envases terciarios), todos ellos son materiales necesarios en la cadena productiva. Sin embargo, una vez vacíos, se convierten en residuos que, si no se gestionan adecuadamente, pueden representar un grave problema ambiental, contaminando suelos y aguas, y desperdiciando recursos valiosos.

La correcta gestión de estos envases no es solo una cuestión de responsabilidad ambiental, sino también una obligación legal y una oportunidad para avanzar hacia un modelo de economía circular en el sector primario. Es aquí donde entran en juego los gestores de residuos de envases agrícolas, un conjunto de entidades y empresas que trabajan de manera coordinada para asegurar que estos materiales se recojan, clasifiquen, traten y, en la medida de lo posible, se reciclen para convertirse en nuevas materias primas.

La Responsabilidad Ampliada del Productor: RAP.

En el corazón de este sistema se encuentra el principio de la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP).

Esta normativa europea, transpuesta a la legislación española, establece que los fabricantes e importadores de productos son responsables de los envases que ponen en el mercado, incluso una vez que estos se convierten en residuos en manos del consumidor final (en este caso, el agricultor).

Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor: SCRAP.

Para cumplir con esta responsabilidad, los productores suelen adherirse a Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor, más conocidos como SCRAPs.

En el ámbito de los envases agrícolas, existen SCRAPs específicos que se encargan de organizar y financiar la recogida y gestión de estos residuos, como por ejemplo AEVAE. Su función es esencialmente coordinar a todos los agentes implicados: desde las empresas que ponen los productos envasados en el mercado hasta los puntos de recogida y las plantas de tratamiento.

Los SCRAPs garantizan que haya una red de punto de recogida de envases agrícola disponible y que los costes asociados a la gestión de los residuos sean asumidos por quienes introducen los envases en el mercado, evitando que recaigan sobre el agricultor o la administración pública.

Estos sistemas no solo se limitan a los envases de productos fitosanitarios o fertilizantes, sino que su ámbito de actuación se extiende a otros tipos de envases utilizados en la actividad agrícola, aunque con particularidades en función del material y el uso. La clave está en que el envase haya contenido un producto destinado al uso profesional en la agricultura.

El camino del envase residuo: de la finca al gestor autorizado.

Una vez que el envase ha sido vaciado en la explotación agrícola, comienza su viaje dentro del sistema de gestión. El primer paso, y uno de los más importantes, recae en el propio agricultor.

Estos puntos de recogida de envases residuos agrícolas pueden ser variados: desde cooperativas agrarias y almacenes de distribución de productos agrícolas que colaboran con los SCRAPs, hasta puntos limpios o centros de recogida específicos gestionados por empresas especializadas. La red de recogida se diseña para ser lo más accesible posible para los profesionales del campo, minimizando los desplazamientos y facilitando el cumplimiento de la normativa.

Es en estos puntos de recogida donde los gestores de residuos, empresas especializadas y autorizadas por la administración, entran en acción. Su labor comienza con la recogida y transporte de los envases desde los puntos de acopio hasta sus instalaciones. Este transporte debe realizarse cumpliendo estrictas normativas de seguridad, especialmente cuando se trata de envases que han contenido sustancias peligrosas.

La clasificación de los envases.

Una vez en las plantas de gestión, los envases inician un proceso de clasificación. Aquí, operarios y, en algunos casos, tecnología avanzada, separan los diferentes tipos de materiales plásticos (polietileno de alta densidad, polipropileno, PET, etc.), metales, cartones y otros materiales presentes en los envases agrícolas.

Esta separación por tipo de material es crucial, ya que cada polímero requiere un proceso de reciclaje específico. La presencia de materiales mezclados o contaminados dificulta enormemente el proceso y puede impedir que el material sea reciclado.

La correcta separación y limpieza de los envases es fundamental para facilitar su posterior reciclaje. Envases que han contenido productos fitosanitarios, por ejemplo, deben someterse a un triple enjuague o un enjuague a presión, inutilizarse (por ejemplo, perforándolos) y depositarse sin tapón. Esta sencilla acción mejora significativamente la calidad del material recuperado y reduce los riesgos asociados a la manipulación de envases que han contenido sustancias potencialmente peligrosas.

El tratamiento de los envases.

Tras la clasificación, los envases limpios y separados por tipo de material pasan a la fase de tratamiento. Este proceso puede variar, pero generalmente incluye etapas como el triturado, el lavado para eliminar cualquier resto de producto o impureza, y el secado. El resultado de este tratamiento es la obtención de granza o pellet, pequeñas partículas de plástico reciclado que se convierten en la nueva materia prima.

Es importante destacar que no todos los envases agrícolas son igualmente fáciles de reciclar. Algunos materiales complejos, envases multicapa o aquellos que han contenido productos muy persistentes pueden requerir tratamientos más avanzados o, en algunos casos, ser destinados a valorización energética (incineración controlada para generar energía) cuando el reciclaje material no es viable. Sin embargo, el objetivo principal del sistema es maximizar la cantidad de material que vuelve al ciclo productivo a través del reciclaje.

De residuo a nuevo producto con material reciclado.

La granza obtenida (el formato que normalmente usa la industria para fabricar productos plásticos) en las plantas de tratamiento es vendida a empresas transformadoras que la utilizan para fabricar nuevos productos. Estos nuevos productos pueden ser muy diversos y no necesariamente tienen que ser envases agrícolas de nuevo, aunque en algunos casos sí lo son.

El plástico reciclado proveniente de envases agrícolas puede utilizarse para fabricar tuberías, mobiliario urbano, vallas, cubos, e incluso componentes para la industria automotriz o de la construcción. De esta manera, se cierra el círculo: un residuo se convierte en un recurso, reduciendo la necesidad de utilizar materias primas vírgenes y disminuyendo la huella ambiental de nuestra actividad.

La contribución de los gestores de residuos en esta etapa es fundamental, ya que aseguran que la granza producida cumpla con los estándares de calidad necesarios para ser utilizada en la fabricación de nuevos productos. Su labor garantiza la viabilidad técnica y económica del reciclaje de envases agrícolas.

Sectores implicados en la gestión de residuos de envases agrícolas.

El sistema de gestión de residuos de envases agrícolas, con los SCRAPs y los gestores autorizados como piezas clave, genera beneficios para todos los actores implicados.

Para los agricultores, asegura un canal legal y seguro para desprenderse de sus envases vacíos, cumpliendo con la normativa y contribuyendo activamente a la protección del medio ambiente. Para las empresas productoras, les permite cumplir con su Responsabilidad Ampliada y mejorar su imagen corporativa. Para la sociedad en general, se traduce en una menor contaminación, un uso más eficiente de los recursos y la creación de empleo verde.

Además, la transparencia del sistema, con el seguimiento y la trazabilidad de los envases desde el punto de recogida hasta su destino final, genera confianza y permite evaluar la efectividad de las acciones emprendidas.

Por todo ello, conocer el papel de los gestores autorizados de residuos de envases agrícolas nos ayuda a valorar la complejidad y la importancia de la cadena que se activa cada vez que depositamos un envase vacío en el contenedor adecuado. Son ellos, junto con los SCRAPs y la colaboración de los actores implicados, quienes hacen posible que los residuos de hoy se conviertan en los recursos del mañana, construyendo un sector agrícola más limpio y sostenible.