El cultivo del almendro está sujeto a más plagas y enfermedades de las deseables. Estas no contemplan diferencia según se trate de un cultivo profesional o amateur. Por ello, a continuación expondremos una relación de las plagas y enfermedades del almendro más comunes, además debemos tener sus fisiopatías ya que algunas pueden ser confundidas con problemas fitosanitarios cuando en realidad no lo son.

Un punto a tener presente es que si mantenemos su cultivo en una exposición soleada, hacemos un manejo correcto del riego y mantenemos un buen plan de abonado, los problemas fitosanitarios se reducen notablemente.

También queremos puntualizar que para el control de las plagas y enfermedades del almendro mediante la aplicación de productos fitosanitarios, no hacemos recomendaciones concretas porque la legislación que los regula no es idéntica en cada país y además, constantemente se van revisando cuales son los legalmente aplicables.

Plagas del almendro

Entre las plagas del almendro que se pueden presentar con más posibilidad se encuentran:

Aglaope infausta (orugueta). Es un microlepidóptero de cuerpo oscuro y alas grises de adulto, con una banda dorsal central amarilla con punteado en estado de oruga. Estas producen galerías en las hojas nada más comienza la brotación, provocando una pérdida de hojas y como consecuencia el debilitamiento del árbol.

Su control se basa en tratamientos con aceite de invierno antes de la brotación e insecticidas sistémicos una vez ya está con follaje.

Anthonomus amygdali Hust y Anthonomus gentili (antonomos). De no más de 4 milímetros de longitud sus adultos pasan el verano y otoño debajo de la corteza, atacado las yemas de flor a finales de invierno. Sus daños principales se centran en las yemas florales con la consiguiente disminución de flores y por lo tanto de producción.

Aspidiotus perniciosus Comst, Diaspis pentagona Targ, Parlatoria oleae Colvée y Quadraspidiotus perniciosus (cochinillas). Estas cochinillas afectan al tronco y ramas centrando su ubicación en las partes más altas e iluminadas del almendro. Su ataque reduce el vigor del árbol. Para su control, también es importante la eliminación de ramas infectadas durante la poda.

Capnodis tenebrionis L. (gusano cabezudo). Es un coleóptero muy dañino. Sus adultos producen defoliaciones severas y sus larvas excavan galerías en las raíces. En su conjunto debilitan al almendro pudiendo llegar a producir su muerte.

Malacosoma neustria L. (polilla defoliadora). La larva de este lepidóptero es muy voraz especialmente en primavera y sólo tiene una generación al año. De color amarillo oscuro con estrías más claras, el adulto hace su puesta en verano sobre los brotes jóvenes y las larvas nacidas de cabeza azulada con dos manchas negras devoran las yemas y brotes construyen una especie de nido de hojas enrolladas unidas por un hilo de seda blanquecino. En ataques severos pueden dejar los brotes jóvenes defoliados. Para su control, además de los tratamientos fitosanitarios oportunos está la recogida manual y destrucción de sus nidos.

Monosteira unicostata Muls y Monosteira Rey (tigre). Hemípteros minúsculos pero muy voraces de color marrón claro y con un listado del que toma su nombre. Invernan en las rugosidades de la corteza y hojas secas. Tras el invierno efectúan picaduras en el envés de las hojas donde dejan sus excrementos que se aprecian como punteados negros, mientras la hoja amarillea en su haz. También provoca la caída de las hojas y debilitamiento del almendro. Para su control es importante la captura mediante trampas alimenticias para reducir su población, apoyada con tratamientos de fitosanitarios.

Myzus persicae Sulz, Brachycaudus helichrysi Kalt, Brachycaudus amygdalinum Smith, Hyalopterus pruni Geoffr o Hyalopterus amyddali B. (pulgón). Sin duda son muy numerosas las especies de pulgones que lo atacan, centrada su acción en los brotes más jóvenes provocando enrollamientos y deformaciones de sus hojas.

Su control debe realizarse desde el principio para evitar su expansión, pero de igual forma se debe extremar las precauciones para la protección de las abejas en el momento en el que el almendro se encuentra en floración.

Scolytus amydali Guer, Scolytus mali B. (barrenillo). Son coleópteros de aspecto cilíndrico y color oscuro. Sus adultos aparecen en primavera que excavan galerías por debajo de la corteza. Donde actúan se observa el serrín que se genera con la excavación de las galerías sobre la madera. Los primeros ataques sobre yemas y ramas jóvenes terminan secándose o inutilizados. En ataques fuertes pueden llegar a matar al almendro.

Para su control también está la retirada de madera dañada durante la poda, destruyéndola para evitar nidarios.

Flores de almendro

Enfermedades del almendro

En cuanto a las enfermedades más frecuentes del almendro las hay tanto a nivel radicular como de su masa foliar incluidos troncos, ramas y hojas. También las hay que afectan a momentos concretos de su fase de semillero, de germinación y por supuesto ya establecidas en cultivo de campo. A continuación exponemos el catálogo de enfermedades más propensas a sufrir el almendro.

Fusicoccum amygdali Delacr. (fusicocum o chancro). Afecta especialmente a sus ramas jóvenes y a sus yemas, resultando muy difícil de controlar. Se manifiesta en hojas con grandes manchas circulares o irregulares de color pardo que con el tiempo se extienden hacia los nervios. Las consecuencias son chancros y zonas de secado rápido en los ramilletes de mayo, a las lamburdas y a los ramos mixtos del año. También para su control le beneficia la poda cuidadosa y la destrucción de estas ramas con el objetivo de erradicar posibles fuentes de inóculo.

Gloesporium amygdalinum Brizi, Glomerella cingulata Spaul y Glomerella cingulata Schrenk (antracnosis). Afecta al fruto al principio de su desarrollo y sus síntomas se manifiestan mediante manchas amarillentas y pardas, que según va avanzando produce una especie de goma sobre el fruto llegando a afectar a toda la producción si el ataque es severo. Entre las medidas de control está la elección de variedades resistentes en climas cálidos ya que el calor le favorece.

Monilia laxa Aderh y Monilia laxa Ruhl (moniliosis). Sus hojas y brotes afectados muestran áreas pardas de pequeño tamaño. Ataca a flores que son destruidas, ramas que muestran lesiones cancerosas (chancro) y en el caso de hojas y ramitas presentan áreas de color pardo de pequeño tamaño. Le favorece una elevada humedad atmosférica. En su control es importante la eliminación y destrucción de frutos momificados, ramas con chancros, etc.

Polystigma ochraceumm Sacc. (mancha ocre). Se identifica cuando se observan unas manchas de color amarillo amarronado que con el tiempo viran a rojo en las hojas, abarcando a más del 50% de su superficie. Estas manchas evolucionan a necrosis y defoliaciones anticipadas. Sin su control el árbol se debilita y se acelera su envejecimiento. Como a esta enfermedad le favorece la elevada humedad ambiental conviene evitar su plantación en zonas propensas a ello.

Pseudomonas syringae van Hall, Pseudomonas amygdali Psallidas y Panagopoulos (chancro bacteriano). Las bacterias son una de las enfermedades más temidas ya que son difíciles cuando no imposibles de erradicar.

Le favorece los periodos con frecuentes precipitaciones, alta humedad, temperaturas frías. Tras la exposición al inóculo en hojas, penetran en los estomas colonizándolas, en el tronco y las ramas pueden penetrar por las heridas de poda y lesiones por heladas y en frutos por las zonas lesionadas provocadas por ejemplo por un pedrisco. Los almendros afectados deben arrancarse y ser eliminados lo más rápidamente posible. Como medida de prevención las heridas grandes de poda deben ser limpiadas y protegidas por ejemplo con pasta sellante y cicatrizante.

Puccinia pruni-spinosae Pers (roya del almendro). Pequeñas manchas cloróticas distribuidas por la hoja con pústulas rojizas son los síntomas más característicos de esta enfermedad.

Stigmina carpophila Ellis (cribado o perdigonado). Su ataque en hojas provoca unas manchas rojizas de forma redondea y que pueden virar a color violáceo y evolucionar a necrosis circulares finalizando con orificios característicos. En frutos aparecen manchas con necrosis circulares que llegan a emitir una especie de goma.

Taphrina deformans Tul (lepra o abolladura). En las hojas, el micelio produce una hipertrofia que provoca unas ondulaciones características que con el tiempo aumentan de volumen llegando a invadir toda la superficie foliar. Los tejidos se tornan rojizos y toman un aspecto céreo y brillante que finaliza con la caída de la hoja. En frutos se forman excrecencias de color rojizo y en las flores provoca el aborto o las de forma completamente. El desarrollo de este hongo es favorecido con temperaturas de entre 14 y 18ºC así como una elevada humedad ambiental.

Verticillium dahliae Kleb (verticilosis). Se aprecia tras seccionar un tallo con pérdida de vigor y ver como se aprecia en el interior de ellos manchas necróticas de forma, tamaño y color variable, pudiéndose limitar a simples puntuaciones o a manchas coincidentes con los anillos en la zona vascular. Para su control conviene reducir los riegos así como eliminar las ramas afectadas cortándolas a unos 5 centímetros por debajo del punto en que se muestran secas o afectadas.