La Pitahaya o fruta del dragón, es una de las frutas exóticas cultivadas en España que ha alcanzado relevancia en estas últimas décadas.
En este sentido, el panorama de la agricultura subtropical en España está experimentando una transformación acelerada, impulsada por la introducción de cultivos que combinan un alto valor de mercado con una eficiencia hídrica notable.
Entre estas especies, la pitahaya, o fruta del dragón, ha pasado de ser una curiosidad experimental a un cultivo estratégico para la diversificación en el sureste y levante peninsular, así como en Canarias. Podemos afirmar que este auge es el resultado de un savoir-faire agronómico que ha sabido conjugar las condiciones edafoclimáticas favorables de la geografía española con la innovación en sistemas de cultivo protegido.
La fruta del dragón, pitahaya o pitaya.
Desde la perspectiva botánica, la pitahaya es una planta perenne, trepadora y cubre suelo, perteneciente a la familia de las Cactáceas. Sus tallos, o cladodios, son típicamente triangulares y presentan un doble sistema radicular: raíces superficiales para la absorción de nutrientes y raíces adventicias aéreas con función de anclaje y sostén.
Un aspecto crucial para la producción es su fenómeno de floración nocturna. Sus flores, grandes y vistosas, se abren solo por la noche y senescen a primera hora de la mañana, lo que obliga a realizar la polinización, a menudo manual en los cultivos protegidos, en un intervalo breve.
La denominación es a menudo objeto de debate técnico. Tanto pitahaya o pitaya son términos válidos y de uso generalizado en el idioma español, y en el ámbito comercial se aplican de forma genérica a varias especies. Dicho esto, hay notables diferencias entre la pitahaya o pitaya. La primera, la Pitahaya pertenece al género Hylocereus y aunque es una cactácea, su fruto no tiene espinas. La segunda, la Pitaya, pertenece al género Stenocereus y sí tiene espinas.
Este factor diferencial y de denominación tiene más importancia en otros países, como por ejemplo, México, un país productor de estas dos plantas: Los principales productores de Pitaya se encuentran en Oaxaca (principal zona productora), Jalisco y Puebla; mientras que para la Pitahaya se centra su producción en Quintana Roo, Yucatán y Puebla, destacando Yucatán con 68,2 % de la producción.
Destacar qué, tanto los frutos de la Pitaya como los de la Pitahaya son ovoides, semiredondeados, de pulpa blanca, roja, amarilla, morada, rojo-violeta y con gran cantidad de pequeñas semillas negras.
Dejando esto de lado y tratándolo como un mismo fruto exótico, si bien el debate hace referencia a Selenicereus triangularis (pitahaya amarilla) y Selenicereus ocamponis (pitahaya roja), el grueso de la producción profesional actual se centra en variedades e híbridos del género Hylocereus y, en particular, la pitahaya amarilla de alto valor se identifica como Selenicereus megalanthus.
Las dos categorías comerciales principales se distinguen por el color de su piel y pulpa: La Pitahaya roja y la Pitahaya amarilla.
La Pitahaya roja (piel roja/pulpa blanca o roja).
Las variedades de Hylocereus undatus (piel roja, pulpa blanca) y Hylocereus costaricensis o polyrhizus (piel y pulpa rojas), son las más comunes y cultivadas. Son altamente atractivas por su coloración, aunque la roja es percibida en ocasiones como más delicada y difícil de transportar.
La Pitahaya Amarilla (Selenicereus megalanthus).
Esta variedad es generalmente más valorada en el mercado por su sabor intensamente dulce.
Es más resistente a la manipulación y, en términos de mercado, se está posicionando con una tasa de crecimiento superior, ascendiendo a una tasa de crecimiento anual compuesto (CAGR, por sus siglas en inglés) del 6,20 % en los próximos cinco años, lo que la convierte en una opción premium.
El mercado de la Pitahaya.
La pitahaya (Hylocereus spp. y Selenicereus spp.) es una fruta originaria de América Central y México, con una consolidación a nivel mundial. El mercado internacional proyecta un crecimiento significativo, con una tasa compuesta anual estimada del 6,7 % entre 2024 y los próximos años.
Este impulso está basado en el creciente interés del consumidor por productos con alto valor nutricional, destacando la pitahaya por su riqueza en antioxidantes, vitaminas (C, B, E) y fibra, propiedades que contribuyen a la prevención de enfermedades crónicas y al buen funcionamiento del sistema digestivo.
En España, a pesar de ser un productor relativamente nuevo, ha respondido con una capacidad de adaptación excepcional. En solo tres años, la superficie de cultivo ha experimentado un crecimiento espectacular del 205 %, logrando abastecer cerca del 78 % de la demanda interna.
Curiosamente, esta expansión se da en paralelo a un mercado de importación dinámico; España es el principal destino de la pitahaya exportada por países como Perú. Esta dualidad subraya la oportunidad: existe una demanda interna importante y un potencial estratégico para posicionar la producción local, cosechada en su punto óptimo de madurez, como un producto premium en el mercado europeo. La naturaleza perecedera del fruto y la dificultad logística de la fruta importada conceden una ventaja competitiva fundamental a los agricultores españoles.
El cultivo profesional de la Pitahaya en España.
El cultivo profesional de la Pitahaya en España se desarrolla de forma diferenciada entre la Península Ibérica y las Islas Canarias, con estrategias productivas adaptadas a cada microclima.
La producción en la Península Ibérica se centra en las zonas con clima más suave, siendo Andalucía y la Región de Murcia los centros más importantes de cultivo, entrando en escena últimamente la Comunidad Valenciana, extendiendo su cultivo por el levante, aprovechando también sus zonas concretas de microclima subtropical.
En cuanto a las Islas Canarias, son un territorio pionero, con experiencia en el cultivo desde hace más de veinte años. Son las islas de Tenerife y La Palma, sus principales focos de cultivo.
Recolección y poscosecha de la fruta del dragón.
El punto de recolección de la Pitahaya o fruta del dragón es un factor determinante para la calidad final, puesto que la pitahaya es un fruto no climatérico que no madura tras ser cosechado. La cosecha es manual y se determina principalmente por el color de la cáscara, que debe indicar la madurez óptima. Es crucial cortar el pedúnculo con tijeras desinfectadas para evitar daños a la planta y el fruto.
El manejo poscosecha incluye el pre-enfriamiento y el almacenamiento a temperaturas de 10 °C a 15 °C con alta humedad relativa del 85 al 90 % para prolongar su vida útil hasta unas cuatro semanas.
Aplicaciones para el consumo de la Pitahaya.
El consumo principal es en fresco, donde la pulpa se ingiere directamente, a menudo con un toque de zumo de limón para realzar su sabor. Sin embargo, su potencial industrial es amplio. La pitahaya se utiliza para la elaboración de jugos, mermeladas, jaleas, sorbetes y batidos.
El alto contenido de betalaínas en las variedades de pulpa roja y morada las convierte en una fuente valiosa de colorantes naturales con propiedades antioxidantes, una aplicación cada vez más demandada en las industrias alimentaria y textil.
En todo este contexto, destacar que la cohesión del sector, con la colaboración entre cooperativas (Cooperativa La Palma S.C.A., Pitayas de Andalucía, etc.), empresas de know-how (Dracofruit) y centros de investigación (Estación Experimental Cajamar Las Palmerillas en Almería y de Paiporta en Valencia) es indispensable para estandarizar protocolos de cultivo y transferencia tecnológica, asegurando la competitividad a largo plazo.