En un principio, a la pregunta de cómo cultivar las hortalizas, hay que responder que si bien en la mayoría de los casos es bastante fácil, se necesita un mínimo de información, aunque cuanto más mejor.

Es cierto que si sólo disponemos de la información que vienen en los sobres de semilla… esta es muy escasa, básica y con sólo ella tendremos bastantes dificultadas.

En este artículo, vamos a realizar una serie de reflexiones como base a las respuestas de cómo cultivar las hortalizas.

Lo principal es conseguir información particular de aquellas especies que vamos a cultivar, ya que las condiciones climáticas, características de suelo, etc. marcarán notablemente su protocolo de cultivo. Y si la obtenemos de la variedad en concreto a plantar, mucho mejor.

¿Qué variedad hortícola elegir?
Lo primero es la elección de una variedad y esto a veces es difícil. Sabemos que el catálogo de variedades disponibles es muy extenso. Por ello, la primera recomendación es cultivar aquellas variedades que conozcamos y sepamos que funcionan bien.

Paralelamente, en un espacio menor, probaremos aquellas variedades nuevas con el fin de determinar las que mejor se adaptan a las condiciones de nuestro campo, además de si luego nos gustan o no.

Las variedades más interesantes son las denominadas híbridas (F1) que son el resultado del cruce efectuado entre dos líneas de pura raza. Estas semillas se llaman a su vez híbridas de primera generación. Esto quiere decir que las semillas recolectadas de estas plantas (híbridas de segunda generación), ya no nos van a dar los mismos resultados, que en algunos casos no serán ni parecidos.

Las variedades híbridas reúnen unas características particulares; entre ellas, el vigor «heterosis», resistencia a las condiciones ambientales, a los parásitos, uniformidad, productividad, etc.

Huertos urbanos hortícolas

¿Podemos cultivar de todo?
Podemos afirmar que en ningún huerto urbano, ya sea de jardín, de campo, terraza o balcón, se encuentran las condiciones ideales para cultivar todas las especies de la huerta. Y menos cuando llevamos cultivando varios años sobre ellos.

Por ello, debemos centrarnos en las que mejor resultado nos den, a la vez que debemos llevar muy estrictamente la rotación de los cultivos, para evitar un empobrecimiento del suelo o excesos de problemas fitosanitarios.

Por otra parte, si no disponemos de mucho espacio, recordemos que no es interesante el plantar árboles, ya que las producciones bajo ellos son malas o muy malas.

¿Todas las semillas germinan igual?
No. La germinación depende notablemente de las condiciones climáticas y de la especie sembrada. Un ejemplo: mientras que el rábano, el nabo o la lechuga germinan en dos o tres días, las zanahorias en doce o quince días, y el perejil lo hace en tres o cuatro semanas. Estas fechas serán más o menos largas según la temperatura reinante en esos momentos.

Debemos evitar extender demasiadas semillas y enterrarlas demasiado profundas. La mayoría de las semillas sólo necesitan una ligera capa, el dobre más o menos del tamaño de la semilla. Y por supuesto, el suelo debe de estar lo suficientemente húmedo durante todo el tiempo de germinación.

En el caso de que el suelo esté relativamente seco, debemos humedecer el fondo del surco antes de sembrar, sobre todo si sembramos semillas recubiertas o pildoradas.

¿Cuánta cosecha obtendremos?
Es complicado concretar la cantidad de cosecha que producirá una planta (de fruto) o en una determinada longitud de surco, así como prever el momento exacto de la recolección.

Aspectos como el rendimiento, la precocidad, etc. varían mucho según la variedad, técnica de cultivo empleada, abonado, tipo de suelo y además los caprichos del tiempo.

Podemos prever una excelente cosecha de tomates, de melones o de pimientos después de un caluroso y soleado verano. En cambio, un verano más fresco y húmedo favorece el desarrollo de las hortalizas de hojas (lechugas) y de raíz (coles, puerros, zanahorias etc.).

Esperamos que estas reflexiones sobre cómo cultivar las hortalizas les sean de interés.