Cuando vamos a comprar planteles de tomates para nuestro huerto urbano, oímos en ocasiones el término de tomates larga vida.

Los Tomates larga vida son aquellos que sus variedades vemos como duran y duran y duran sin apenas manifestar muestras de madurez e incluso de podredumbre.

El por qué de esta característica en los tomates larga vida reside en su genética.

Para situarnos en esta mejora genética, durante la década de los ‘90, una empresa obtentora de nuevas variedades de tomate israelita, mientras su competencia trabajaba en aumentar la productividad de las tomateras, hacerla más resistentes a las plagas o enfermedades, etc. esta trabajaba en conseguir variedades que sus tomates estuviesen más tiempo en estado comestible.

Todos decían que no era ese el camino adecuado pero cuando pusieron la primera variedad en el mercado… llamada Daniela, todos le dieron la razón.

Esta, y las demás variedades de tomates de larga vida que han venido después, tienen incorporado un gen de otra planta que le proporciona una durabilidad, que según variedades, se sitúa entre las 3 y 6 semanas de vida.

El éxito de esta tendencia varietal, reside en que los plazos en todos los eslabones de la cadena del tomate ya no son tan rígidos: el agricultor no está obligado a recolectar forzosamente todos los días, el transporte puede llegar a mercados más lejanos, las tiendas no tienen tantas mermas, el consumidor puede distanciar sus compras… eso sí, los tomates a partir de ahora… fuera de la nevera… que los veamos y sepamos que los tenemos, que dentro se nos olvidan.

Lo que también es cierto, es que las variedades de tomate larga vida suelen carecer del sabor suficiente, por lo que es recomendable cultivar en nuestro huerto urbano las variedades tradicionales de la zona donde nos encontremos.