El calabacín es un tipo de calabaza cuyo fruto se recolecta y consume en un estado muy joven.

En nuestro huerto urbano conviene repasar las plantas de calabacín prácticamente a diario, para recolectarlas en el momento preciso. Si bien este periodo de recolección es de varios días, dada la velocidad con la que adquieren tamaño, es el gusto del consumidor el que determina el momento óptimo de recolección.

Se recolecta tan joven que incluso sus flores son comestibles e ideales para algunas presentaciones gastronómicas.

Cuanto más pequeño es el fruto… más tierno y menos semillas (consistencias de las mismas) tienen. Si dejamos que adquieran tamaño no pasa nada ya que pueden utilizarse para purés y cremas. El exceso lo hace prácticamente no apto para su consumo.

Su recolección se realiza de forma manual, siendo aconsejable el uso de tijeras o navaja para cortar los frutos. El corte se realiza dejando una longitud de pedúnculo de uno a dos centímetros.

Como los calabacines se consumen como frutos inmaduros dentro de la amplia familia de las Cucurbitáceas, dependiendo de la variedad y condiciones climatológicas, desde su plantación puede iniciarse su cosecha al mes y medio.

Calabacines

El tamaño ideal de los frutos se sitúa entre los 15 y 20 centímetros, con un peso que oscila entre los 18 y 260 gramos, antes de que sus semillas comiencen a endurecerse. También es un síntoma característico el que su piel sea blanda, delgada y con brillo.

Se consume de forma completa ya sea crudo o cocinado, sin la necesidad de eliminación de sus semillas ni de su piel. Los frutos jóvenes y pequeños son más tiernos y tienen por lo general un sabor ligeramente dulce.

La calidad es un término subjetivo, si bien, en las tiendas se basan en los parámetros de su uniformidad, ternura de su pulpa y piel, una firmeza global, el buen brillo de piel, además de una buena apariencia del pedúnculo residual que debe estar bien cortado.

La forma, aunque es característica de cada tipo o variedad, es muy importante desde un punto de vista de su calidad. Esta debe ser uniforme, ausencia de zonas retorcidas y sin defectos por crecimiento.

Para su almacenamiento, se recomienda colocarlos en la nevera nada más ser recolectado. A nivel profesional se almacenan en cámaras frigoríficas con una temperatura óptima de entre 5° y 10°C, así como una humedad relativa del 95%. En estas condiciones se pueden almacenar un máximo de 10 días. Un mayor tiempo incrementa la aparición de pudriciones, amarillamiento y el adquirir un aspecto marchito. Si el calabacín se somete a temperaturas inferiores a -0.5°C aparecen daños por congelación: manchas de apariencia acuosa en la piel, pulpa acuosa que se vuelve parda y gelatinosa con el tiempo, etc.

Al cortarlos de la mata, nunca se debe de tirar de ellos y crear roturas por torsión. Como hemos avanzado, se realizará un corte limpio dejando una porción de pedúnculo. Tampoco debemos tirarlo a la cesta sino dejarlo suavemente para evitar su machacado y con ello un deterioro rápido del fruto.

Plantas de calabacín

Si recolectamos bastantes en nuestro huerto urbano en cada pase, conviene depositarlos en varios recipientes para evitar posible daños por compresión, magullado y roce que siempre producen una abrasión. También, nada más se recolecten, deben de guardarse en sitio fresco y evitar que le dé el sol directo ya que inmediatamente se produce una pérdida de firmeza y el marchitamiento rápido.

Hay empresas que cuando recolectan los calabacines los tratan con ceras o aceites autorizados para reducir la pérdida humedad, daños por abrasión e incluso para mejorar su aspecto.

El valor nutricional del calabacín por cada 100 gramos de producto comestible se sitúa en un 90-95% de agua, 0.30-1.80 gramos de proteínas, 1.70-2.05 gramos de glúcidos. 0.20-0.40 gramos de lípidos, 100-400 U.I. de vitamina A, 0.05-0.07 mg de vitamina B1, 0.04-0.09 mg de vitamina B2, 15-20 mg de vitamina C, 21 mg de fósforo, 18 mg de calcio, 0.6 mg de hierro y un valor energético de 10-18.20 kcal.

En todo momento, cuando hacemos referencia a la recolección del calabacín insistimos en que se trata de una labor muy cuidadosa. En las tiendas los vemos bien colocados, envasados y en perfecto estado y de no ser así… muchos no lo compran.

Desde el cultivador al punto de venta, pasando por los almacenes (limpieza, calibrado, clasificado, envasado y etiquetado) y transporte, los cuidados son fundamentales. De hecho, hay normativas que además de las propias del clasificado para determinar su categoría, son fundamentales para que este producto llegue al mercado:

  • Deben estar enteros y provistos de un pedúnculo de corte limpio.
  • Tener un aspecto fresco.
  • Estar firmes.
  • Deben estar sanos, excluyendo aquellos productos afectados de podredumbres.
  • Que estén exentos de daños causados por insectos y otros parásitos.
  • También exentos de cavidades y grietas.
  • Que estén limpios, prácticamente exentos de materias extrañas visibles.
  • Que trasmitan un buen desarrollo.
  • Exentos de humedad que se considere anormal sobre su exterior.
  • Con una forma propia de la variedad.
  • Color adecuado también a la variedad.