Los SCRAP agrícolas forman parte del ecosistema de la sostenibilidad de los envases en el sector y que van evolucionando hacia modelos más responsables, obligados en gran medida por las leyes del país en cuestión.
Dentro de esta evolución, la gestión de los residuos, y en particular la de los envases vacíos de insumos agrícolas, adquiere una relevancia capital. Es aquí donde entran en juego los SCRAPs para garantizar la correcta recuperación y valorización de estos materiales.
¿Qué es un SCRAP y cuál es su función en el sector?
Un SCRAP (Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor) es una entidad sin ánimo de lucro creada por los propios fabricantes o envasadores de productos para cumplir con la obligación legal de organizar y financiar la gestión de los residuos derivados de sus productos una vez que estos se han convertido en desechos (residuos).
En el ámbito agrícola, estos sistemas se encargan de la recogida selectiva, el transporte, el tratamiento y la valorización de los envases que han contenido fitosanitarios, bioestimulantes agrícolas, fertilizantes, semillas, sustratos profesionales y otros insumos esenciales para la producción agraria.
La función principal de un SCRAP agrícola es establecer una red eficiente para la recuperación de estos envases, asegurando que no terminen en el medioambiente y que, en la medida de lo posible, se transformen en nuevos recursos.
Esto no solo contribuye a la protección ambiental, sino que también fomenta la economía circular al reintroducir estos materiales en la cadena de valor. La revalorización de estos envases se materializa a través del reciclaje, permitiendo la fabricación de nuevos productos plásticos, papel o energéticos, reduciendo así la dependencia de materias primas vírgenes y minimizando la huella de carbono del sector.
Marco legislativo y la obligatoriedad de pertenencia de un SCRAP.
La existencia y funcionamiento de los SCRAP vienen determinadas por una base legislativa, tanto a nivel europeo como nacional. En España, la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, y sus normativas de desarrollo, establecen el principio de Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP). Este principio impone a los fabricantes y envasadores de determinados productos, la responsabilidad de la gestión de los residuos que se generan de ellos, una vez finalizada su vida útil.
Para el sector agrícola, esta obligación se traduce en la necesidad de que las empresas fabricantes, envasadoras o importadoras de productos fitosanitarios, fertilizantes, bioestimulantes, macetas, semillas, sustratos y otros insumos agrarios, se adhieran a un SCRAP agrícola o establezcan un sistema individual.
Esta adhesión no es una opción, sino un imperativo legal desde enero de 2025 que busca asegurar una gestión ambientalmente adecuada de los envases. Las empresas que no cumplan con esta obligación se exponen a sanciones y a un perjuicio reputacional.
El funcionamiento interno de un SCRAP agrícola.
El modelo operativo de un SCRAP agrícola es relativamente estandarizado y se basa en la colaboración de todos los actores de la cadena. En líneas generales, funciona de la siguiente manera:
- La adhesión de los productores: Las empresas fabricantes y envasadoras de insumos agrícolas se adhieren al SCRAP, asumiendo su compromiso financiero y operativo.
- Los puntos de recogida: El SCRAP establece una red de puntos de recogida en todo el territorio. Estos puntos suelen ser cooperativas agrarias, almacenes de suministro, distribuidores o puntos limpios, facilitando al agricultor la entrega de los envases vacíos.
- La entrega del envase por el agricultor: El agricultor, una vez ha utilizado el producto, debe vaciar el envase y entregarlo en un punto de recogida autorizado. Este paso es crucial para la seguridad y la eficiencia del proceso de reciclaje.
- La recogida y transporte de los envases residuo: Los SCRAP se encargan de la recogida periódica de los envases de los puntos de recogida y su transporte a plantas de tratamiento especializadas.
- La clasificación y el tratamiento del envase: En estas plantas, los envases se clasifican según el tipo de material (plástico, papel, madera, metal, etc.) y se someten a procesos de limpieza, trituración y preparación para su posterior reciclaje o valorización energética.
- La financiación: El sistema se financia a través de una cuota que los productores adheridos pagan al SCRAP por cada unidad de envase que introducen en el mercado. Esta cuota cubre los costes de todo el proceso de gestión de los residuos.
La percepción de la obligatoriedad de empresas y agricultores.
Para las empresas fabricantes de insumos agrícolas, la pertenencia a un SCRAP ha pasado de ser una mera obligación legal a una necesidad estratégica.
La percepción de la obligatoriedad en las empresas.
Más allá del cumplimiento normativo, formar parte de un SCRAP les permite gestionar su responsabilidad ambiental con la que demuestran su compromiso con la sostenibilidad y la protección del medioambiente, fortaleciendo su imagen de marca.
También el optimizar costes y eficiencia, porque al delegar la gestión de los residuos a un SCRAP es, en la mayoría de los casos, más eficiente y menos costoso que establecer un sistema individual, ya que el SCRAP se beneficia de economías de escala.
Otro factor es el acceso a información y certificaciones. Los SCRAP suelen proporcionar datos sobre la cantidad de envases recuperados y reciclados, lo que permite a las empresas cumplir con requisitos de información y obtener certificaciones de sostenibilidad.
Y contribuir a la investigación y desarrollo de soluciones más sostenibles para los envases agrícolas, como materiales más reciclables o formatos que minimicen el residuo.
La percepción de la obligatoriedad en los agricultores.
Por su parte, el agricultor juega un rol fundamental en este sistema. Su percepción de la necesidad de participar en la recogida de envases ha evolucionado significativamente. Si bien inicialmente pudo haber sido visto como una carga adicional, cada vez más agricultores comprenden que:
- Es una obligación legal: El Real Decreto 1055/2022, de 27 de diciembre, de envases y residuos de envases, establece la obligación de los poseedores finales de los envases de entregar los residuos de envases en los sistemas habilitados al efecto.
- Que contribuyen a la sostenibilidad de su actividad: La correcta gestión de los envases es un paso más hacia una agricultura más respetuosa con el entorno, lo que repercute positivamente en la calidad del suelo, el agua y el aire.
- La mejora de la imagen del sector: Demostrar una gestión responsable de los residuos fortalece la imagen pública de la agricultura y su compromiso con la sociedad.
- Y la facilidad de uso: La existencia de puntos de recogida cercanos y bien gestionados simplifica el proceso de entrega de los envases.
¿Qué tipos de envases recoge un SCRAP agrícola?
La tipología de envases que un SCRAP agrícola gestiona es variada y se adapta a las necesidades del sector, abarcando desde los pequeños recipientes que contienen el producto final hasta los embalajes utilizados para su transporte y almacenamiento.
Estos se clasifican en envases primarios, secundarios y terciarios.
Envases primarios (envases de venta o envases directos).
Son los recipientes diseñados para contener el producto en su forma final de venta al agricultor, como por ejemplo las garrafas y botellas de plástico rígido, envases de plástico flexible tipo doy-pack o bolsas pequeñas, botes de plástico o metálicos, sacos de papel o plástico flexible de pequeño formato, etc.
Envases secundarios (envases colectivos o agrupadores).
Son los envases que contienen un conjunto de envases primarios, formando una unidad de venta o distribución, como por ejemplo las cajas de cartón, plásticos retractilados, bolsas de plástico más grandes, etc.
Envases terciarios (envases de transporte o embalajes de distribución).
Son los embalajes utilizados para el transporte a gran escala o el almacenamiento en almacenes y puntos de distribución, como por ejemplo los palets de madera o plástico, IBCs (Intermediate Bulk Containers) o GRG (Grandes Recipientes a Granel, grandes sacos de papel o plástico flexible (Big-Bags), film estirable o retráctil (filme de embalaje), etc.
Qué es la figura del «Representante autorizado» en el marco de la Responsabilidad Ampliada del Productor.
El concepto de «Representante Autorizado» está especialmente concebido para las empresas extranjeras que introducen productos envasados en el territorio español (o en cualquier otro Estado miembro de la Unión Europea) sin tener una sede social o un establecimiento permanente en dicho país.
Un Representante Autorizado es una persona jurídica o física, establecida en España, que ha sido designada por una empresa extranjera (no establecida en España) para asumir legalmente las obligaciones derivadas de la Responsabilidad Ampliada del Productor en relación con los envases que dicha empresa pone en el mercado español.
En otras palabras, es una figura intermediaria que actúa en nombre y por cuenta de la empresa extranjera para garantizar el cumplimiento de la normativa española sobre envases y residuos de envases. Su principal función es asumir ante la administración pública española todas las responsabilidades y obligaciones que recaerían directamente sobre la empresa si esta estuviera establecida en el país.
En definitiva, la pertenencia a un SCRAP agrícola no es solo una exigencia legal, sino una inversión en el futuro del sector. Para empresas fabricantes, ingenieros agrónomos, investigadores, técnicos de campo, cooperativas y, en última instancia, para el propio agricultor, comprender y participar activamente en estos sistemas es fundamental para avanzar hacia una agricultura más sostenible y circular, donde los residuos se transforman en recursos y la responsabilidad ambiental es un valor compartido por toda la cadena de producción.
Descargas en PDF sobre la legislación en torno a los envases agrícolas: