Las sorribas de Canarias es una ingeniería aplicada al suelo de origen ancestral orientada a ganar tierra al volcán y el cultivo de la platanera en estas Islas.
En los diversos agrosistemas que conforman la agricultura tradicional de Canarias, las sorribas representan una de las intervenciones más drásticas y transformadoras del paisaje.
El objetivo fundamental de la sorriba.
En el contexto de la producción hortofrutícola en Canarias, lejos de ser un mero sistema de cultivo, como avanzamos, las sorribas constituyen una obra de ingeniería agraria destinada a crear suelo fértil donde la geología, a menudo caprichosa y hostil, lo impedía.
Esta técnica, que ha permitido el establecimiento de algunos de los cultivos más emblemáticos del archipiélago, es un testimonio de la tenacidad y el conocimiento profundo del medio por parte del agricultor canario.
A diferencia de otros sistemas como los bancales o terrazas, que buscan contener la tierra en pendientes y evitar la erosión del suelo agrícola, el objetivo fundamental de la sorriba es la creación de un nuevo espacio agrícola desde cero.
Este agrosistema, nace de la necesidad de expandir la superficie cultivable en un territorio insular y limitado. Su papel ha sido crucial en la historia agraria de las islas, posibilitando el desarrollo de una agricultura de exportación que ha definido la economía y la sociedad de ciertas comarcas.
La sorriba es, en esencia, la respuesta del hombre al desafío de un suelo pobre, pedregoso o, en muchos casos, directamente inexistente sobre coladas de lava recientes.
Proceso de construcción de una sorriba.
El proceso de construcción de una sorriba es una tarea ardua que implica un movimiento de tierras considerable, tradicionalmente ejecutado con una gran inversión de mano de obra.
La primera fase consiste en el desmonte y la limpieza del terreno original, a menudo una superficie agreste, roca volcánica abrupta e improductiva. Así, se procede a la retirada de la piedra y el material estéril hasta alcanzar una cota determinada.
Posteriormente, y aquí reside la clave del sistema, se procede al relleno de la cavidad creada mediante el aporte de tierras de mejor calidad, transportadas desde otras zonas, conocidas en las Islas como «tierras de préstamo«. Estas pueden provenir de fondos de barranco, laderas con acumulación de suelo o zonas de cumbre.
El resultado es una parcela nueva, con una profundidad de suelo que puede superar el metro, perfectamente nivelada y lista para la plantación.
En qué Islas se construyen las sorribas y para qué cultivos.
Esta práctica ha sido especialmente habitual en las islas de Tenerife y La Palma, y en menor medida en Gran Canaria, con acciones puntuales en otras Islas como por ejemplo la del El Hierro. Su expansión está intrínsecamente ligada al cultivo que, por su valor económico y exigencias edáficas, justificaba tan colosal inversión: la platanera.
Las sorribas permitieron establecer plataneras en plataformas litorales y zonas de medianías bajas que, de otro modo, hubieran sido completamente improductivas. De hecho, buena parte de las grandes extensiones de plataneras que se observan en el norte de Tenerife o en el Valle de Aridane en La Palma asientan sus raíces sobre suelos creados artificialmente mediante esta técnica.
Aunque la platanera es el cultivo rey de las sorribas, no es el único. El plátano comparte protagonismo con el tomate de exportación, también se ha beneficiado históricamente de este sistema. En la actualidad, el concepto de sorriba adquiere una nueva relevancia.
¿Se construyen nuevas sorribas?
Tras la erupción volcánica en La Palma, que sepultó miles de hectáreas de cultivo, la creación de nuevas fincas sobre las coladas mediante el aporte de tierra fértil se ha planteado como una solución viable, demostrando la vigencia de este conocimiento ancestral.
Para el sector profesional, la sorriba no es solo una curiosidad etnográfica. Representa un modelo de inversión en la creación de un activo productivo de alto valor: el suelo.
La decisión de acometer una obra de esta magnitud implica un análisis de costes y de la rentabilidad a largo plazo del cultivo a implantar. Asimismo, plantea debates actuales sobre la sostenibilidad del proceso, especialmente en lo que respecta al origen de las tierras de préstamo y el impacto paisajístico.
Sin embargo, en un contexto de economía circular y puesta en valor de recursos locales, el conocimiento inherente a las sorribas puede inspirar soluciones innovadoras para la recuperación de suelos degradados, yendo más allá de su aplicación tradicional.