La gestión del estrés multifactorial es el rol de los bioestimulantes ante la nueva realidad climática donde la boestimulación de precisión da las respuestas fisiológicas ante la agricultura extrema.
En este contexto, la agricultura profesional en la cuenca mediterránea atraviesa un momento de redefinición obligada. Lo que hasta hace poco considerábamos anomalías térmicas o hídricas puntuales, se ha consolidado como un escenario estructural que desafía la viabilidad de las explotaciones.
Ingenieros agrónomos, técnicos de campo y productores, observan cómo las condiciones climáticas del sur de Europa convergen aceleradamente con las del norte de África, obligando al sector a importar y adaptar estrategias de manejo propias de zonas áridas.
Esta «tropicalización» o desertificación progresiva del clima mediterráneo fue el eje central de la jornada técnica celebrada recientemente en Valencia (España), bajo el nombre de Preparados para la agricultura extrema, donde se analizó cómo la fisiología vegetal debe ser asistida mediante biotecnología para mantener la rentabilidad. En ellas, el mensaje que subyace es claro: el éxito productivo ya no reside únicamente en la elección del insumo, sino en la precisión del diagnóstico y el momento de aplicación.

De la fertilización convencional a la bioestimulación de precisión en la fisiología vegetal.
Durante años, la fertilización se ha basado en cálculos matemáticos de extracción de unidades fertilizantes (UF) de nitrógeno (N), fósforo (P), potasa (K) y microelementos. Sin embargo, en un contexto de cambio climático, la planta a menudo se encuentra en situaciones de bloqueo metabólico que le impiden asimilar esos nutrientes, por muy disponibles que estén en el suelo o el sustrato. Aquí es donde la bioestimulación deja de ser un complemento para convertirse en una herramienta estructural del plan de abonado.

Durante esta Jornada técnica, Raúl Montoro, Business Manager Europa de Nutritec, enfatizó sobre la necesidad de superar la venta de producto para para centrarse en el acompañamiento técnico.
La eficacia de un bioestimulante agrícola no es una constante universal; depende intrínsecamente del estado fenológico del cultivo, la calidad del agua de riego, el tipo de suelo, además de la previsión climática. En este sentido, la comunicación fluida entre el fabricante, el técnico y el agricultor es lo que permite detectar la ventana de oportunidad exacta para que el tratamiento desbloquee el potencial productivo de la planta.

Comprendiendo el estrés multifactorial en las plantas.
Uno de los aportes más relevantes para la comunidad técnica actual es la comprensión de cómo las plantas perciben y reaccionan ante las agresiones externas.
Tradicionalmente, se estudiaba la sequía o el calor por separado, pero la realidad en campo es mucho más compleja. La Dra. Sara Izquierdo Zandalinas, investigadora de la Universitat Jaume I, introdujo el concepto de estrés multifactorial, una situación cada vez más frecuente en nuestras latitudes.
Cuando un cultivo se enfrenta simultáneamente a una alta irradiancia, temperaturas extremas y déficit hídrico, su respuesta molecular no es la suma de las respuestas individuales a cada problema, sino una reacción fisiológica distinta y mucho más agresiva. Esta sinergia negativa puede colapsar los sistemas defensivos de la planta de forma rápida.
La investigación actual se centra en identificar los grupos de genes que se activan bajo estas condiciones específicas para diseñar formulados que actúen sobre dianas moleculares concretas, preparando al cultivo para resistir el daño oxidativo antes de que este comprometa la cosecha.

La experiencia de cultivos en zonas climatológicas y suelo límite.
Si el clima de la península ibérica se asemeja cada vez más al del norte de África, resulta lógico observar qué están haciendo los productores en esas latitudes. Así, la jornada sirvió de altavoz para experiencias agronómicas en Marruecos y Egipto, donde la agricultura extrema es la norma desde hace décadas.
Abdelfattah Baala, desde su experiencia en WAZO (Marruecos), y Ahmed Mohsen Mohamed, de AMZA/EGO (Egipto), ilustraron cómo la gestión de grandes superficies de cítricos, berries y hortícolas en zonas desérticas requiere una tecnificación absoluta. En estas regiones, con temperaturas que pueden rozar los 40 grados en pleno invierno, la prevención no es una opción, sino una obligación.

La estrategia compartida por estos expertos pasa por una monitorización constante. El uso de variedades más adaptativas a condiciones climáticas, la mejora de los sistemas de riego y la transición hacia el control biológico para reducir la carga química sobre la planta, por ejemplo, son fundamentales.
No obstante, ambos coinciden en que la aplicación de bioestimulantes debe realizarse de forma preventiva. Esperar a ver síntomas visuales de estrés en la planta suele implicar que ya se ha producido una merma en el rendimiento o la calidad.

La aplicación práctica de bioestimulantes agrícolas en cultivos de alto valor económico.
Trasladando esta teoría al manejo diario del cultivo, el Dr. Riadh Ghorbel Rebai, asesor internacional, destacó la importancia de proteger los momentos de máxima demanda energética. En cultivos leñosos como los cítricos o frutales de hueso, y también en hortícolas de ciclo largo, fases como la floración, el cuajado y la división celular son puntos críticos.
Cualquier estrés abiótico sufrido durante estas etapas fenológicas tiene un impacto directo e irreversible en la producción final y el calibre comercial. La propuesta técnica actual aboga por programas de bioestimulación que se anticipen a las olas de calor o a los picos de salinidad, actuando como un seguro fisiológico que permite a la planta mantener su tasa fotosintética y metabólica incluso en condiciones adversas.

Hacia un modelo agrícola productivo resiliente.
La agricultura actual, alineada con las estrategias de sostenibilidad europeas y la necesidad de garantizar el suministro de alimentos de calidad y cercanía, requiere una visión holística. Ya no basta con nutrir; hay que gestionar la energía de la planta y su capacidad de adaptación al medio.
La integración de conocimientos avanzados en genética, fisiología vegetal y bioquímica, transferidos al campo mediante un asesoramiento técnico cualificado, se presenta como la única vía transitable. Solo a través de esta agricultura de precisión y conocimiento podremos seguir obteniendo rendimientos competitivos en un escenario climático que ha dejado de ser una amenaza futura para convertirse en la realidad de cada campaña agrícola.








