La conexión entre el mar y la tierra ha proporcionado a la agricultura recursos de incalculable valor a lo largo de la historia. Uno de los más interesantes, por su composición y estructura únicas, es el Maerl.
Este producto de origen marino, conocido desde hace siglos por los agricultores de las costas atlánticas europeas, se ha venido consolidando como una herramienta eficaz para la mejora de suelos y la nutrición de cultivos, desde hace tempo alineándose con las crecientes demandas de una agricultura más sostenible y respetuosa con el medioambiente.
¿Qué es exactamente el Maërl?
A simple vista, el Maerl podría confundirse con fragmentos de coral o grava, pero en realidad es el esqueleto calcáreo de ciertas especies de algas rojas de la familia de las Corallinaceae.
No se trata de un alga viva en el sentido tradicional, sino del resultado de la acumulación durante siglos de estas algas de vida libre, que no se fijan a un sustrato. Utilizando un símil y guardando sus grandes diferencias, podríamos hablar del guano rojo, una acumulación durante siglos de heces de aves convertidas finalmente en fertilizante agrícola.
Las especies más relevantes en su formación son Lithothamnion corallioides y Phymatolithon calcareum. Estas algas tienen la capacidad de precipitar el carbonato de calcio (CaCO3) y el carbonato de magnesio (MgCO3) presentes en el agua de mar, integrándolos en sus paredes celulares. A medida que crecen lentamente y mueren, sus estructuras calcáreas se depositan en el lecho marino, creando extensos bancos de este material poroso y rico en minerales.
El Maerl es un recurso de origen geográfico muy concreto.
Los lechos de Maërl se desarrollan en condiciones muy específicas: aguas frías, limpias y bien oxigenadas, a profundidades que permitan la llegada de luz solar para la fotosíntesis (generalmente entre 10 y 40 metros). Estas condiciones se dan principalmente en las costas atlánticas de Europa.
La región de Bretaña, en Francia, es históricamente la zona de explotación más importante a nivel mundial. Otros lugares con presencia significativa de estos bancos de algas son las costas de Irlanda, Escocia, Cornualles (Reino Unido) y Noruega.
La extracción en estas áreas está estrictamente regulada para garantizar la sostenibilidad del recurso, ya que los bancos de Maerl son también ecosistemas de gran biodiversidad que tardan siglos en regenerarse.
Del fondo marino al campo: extracción y procesado del Maerl.
La obtención del Maerl se realiza mediante dragado o succión de los fondos marinos donde se localizan los depósitos. Se prioriza la extracción de Maerl muerto o semi-fósil, que ya no forma parte del ecosistema activo, para minimizar el impacto ambiental.
Una vez extraído, el material se transporta a tierra para su procesado. El primer paso es un lavado exhaustivo con agua dulce para eliminar la sal y otras impurezas marinas.
Posteriormente, se seca de forma natural o con calor controlado y se muele hasta obtener diferentes granulometrías, adaptadas a las distintas aplicaciones agrícolas. El resultado es un polvo o granulado de color blanquecino o rosado, listo para su uso.
Propiedades y beneficios del Maerl en la agricultura.
El valor del Maerl no reside únicamente en sus componentes químicos, sino también en su estructura física. Sus propiedades lo convierten en una herramienta multifuncional para la gestión del suelo.
En primer lugar, su alta concentración de carbonato de calcio (hasta un 80%) y carbonato de magnesio (hasta un 15%) lo convierte en una excelente enmienda calcárea y magnésica.
Su principal función es corregir la acidez del suelo, elevando el pH a niveles óptimos para la mayoría de los cultivos. A diferencia de las calizas molidas de cantera, la estructura porosa del Maërl, similar a un panal de abejas, le confiere una altísima superficie de contacto, lo que facilita una solubilización más rápida y una acción correctora más eficaz.
En segundo lugar, su origen marino le permite acumular una gran diversidad de oligoelementos y micronutrientes esenciales para las plantas, como hierro, manganeso, boro, zinc, cobre y molibdeno, presentes en formas muy asimilables.
Finalmente, su estructura física porosa mejora las propiedades del suelo. Al incorporarlo, se favorece la aireación, se mejora la estructura de los agregados y se facilita el drenaje en suelos pesados. Esta porosidad también crea un hábitat ideal para el desarrollo de la vida microbiana beneficiosa del suelo.
Aplicaciones del Maërl en la industria agrícola y otros sectores.
Si bien la agricultura es su principal destino, el Maërl se utiliza en otras industrias. Es un ingrediente valorado en la nutrición animal como suplemento mineral en piensos, mejorando la salud ósea y la calidad de la cáscara de los huevos.
También tiene aplicaciones en la filtración y tratamiento de aguas, e incluso en la industria cosmética y de suplementos alimenticios para humanos por su aporte de calcio y minerales.
En agricultura, su uso va más allá de la simple corrección de pH. Los productos a base de Maërl se comercializan como:
- Enmiendas de suelo: Es su aplicación más extendida, especialmente en agricultura ecológica, donde está certificado como insumo permitido. Se utiliza para mejorar la fertilidad general de suelos ácidos o estructuralmente pobres.
- Fertilizantes y acondicionadores de suelo: Se incorpora en formulaciones de fertilizantes complejos (NPK) para aportar calcio, magnesio y un amplio espectro de micronutrientes de liberación lenta y sostenida.
- Bioestimulantes y fortalecedores de plantas: Aunque su principal acción es nutricional y correctora, la disponibilidad inmediata de calcio y oligoelementos contribuye a fortalecer las paredes celulares de las plantas, aumentando su resistencia frente a estrés biótico y abiótico. Algunos formulados micronizados se emplean en aplicaciones foliares para una corrección rápida de carencias.
Por todo ello, el Maërl representa una alternativa natural y eficiente a las enmiendas calizas convencionales. Su capacidad para mejorar simultáneamente las propiedades químicas, físicas y biológicas del suelo lo posiciona como un recurso estratégico en programas de fertilización que buscan no solo nutrir el cultivo, sino regenerar y mantener la salud del suelo a largo plazo, un pilar fundamental en el marco de sistemas productivos.