Pocos organismos han tenido un impacto tan profundo en la historia de la humanidad y en la agricultura actual como la Phytophthora infestans.

Lejos de ser un hongo verdadero, este patógeno pertenece al reino de los protistas y es un oomiceto, un grupo de microorganismos filamentosos que se comportan de manera muy similar a los hongos.

La Phytophthora infestans y la Gran Hambruna Irlandesa de mediados del siglo XIX.

Comúnmente conocido como mildiu tardío o mildiu de la patata y el tomate, su nombre evoca uno de los episodios más dramáticos de la agricultura: la Gran Hambruna Irlandesa de mediados del siglo XIX, que diezmó la población y cambió el curso de la historia por la destrucción masiva del cultivo de la patata.

Hoy, más de 170 años después, Phytophthora infestans sigue siendo uno de los mayores quebraderos de cabeza para los agricultores de todo el mundo, causando pérdidas económicas millonarias y amenazando la seguridad alimentaria en muchas regiones. Su alta capacidad de adaptación y su agresividad lo mantienen en el punto de mira de investigadores, técnicos y empresas de sanidad vegetal.

La gran hambruna causada por el escarabajo de la patata.

Como inciso, en ocasione se confunden conceptos como, por ejemplo, asociar la Gran Hambruna Irlandesa de mediados del siglo XIX con la causada por el escarabajo de la patata. La respuesta es que la Gran Hambruna Irlandesa de mediados del siglo XIX no fue causada por el escarabajo de la patata.

A menudo se solapan en el tiempo las llegadas de diferentes patógenos y plagas. Sin embargo, la causa directa y documentada de la Gran Hambruna Irlandesa (1845-1849) fue, inequívocamente, el oomiceto Phytophthora infestans.

El escarabajo de la patata (Leptinotarsa decemlineata) es originario de Norteamérica y, aunque es una plaga devastadora, su llegada a Europa es muy posterior.

No se estableció de forma significativa en el continente hasta después de la Primera Guerra Mundial, casi 80 años después de la hambruna. Por lo tanto, es históricamente imposible que fuera el causante de aquella catástrofe.

La confusión es comprensible, ya que ambos agentes provocan daños masivos en el mismo cultivo, pero la responsabilidad de la hambruna recae por completo en el mildiu tardío.

Condiciones favorables para el desarrollo de la Phytophthora infestans.

El mildiu tardío no ataca al azar. Su desarrollo está íntimamente ligado a condiciones ambientales muy específicas, creando lo que se podría denominar como ‘la tormenta perfecta’ para la infección. El patógeno prospera con humedad relativa alta, superior al 90 %, y temperaturas moderadas, generalmente entre los 15 y 22 °C.

Condiciones de rocío, lluvias persistentes o nieblas matutinas, combinadas con estas temperaturas, crean el entorno ideal para que las esporas del oomiceto germinen e infecten los tejidos vegetales. Por ello, la primavera y el otoño, con sus noches frescas y alta humedad, son las épocas de mayor riesgo en climas templados.

Las herramientas de agricultura de precisión, como las estaciones meteorológicas y los modelos de predicción, son hoy fundamentales para alertar a los agricultores sobre los periodos de alto riesgo de infección, permitiendo optimizar los tratamientos.

Phytophthora infestans en patatas

Identificación de un ataque de Phytophthora infestans.

Reconocer un ataque de Phytophthora infestans en sus fases iniciales es crucial para poder controlarlo. La enfermedad puede afectar a todas las partes aéreas de la planta, así como a los tubérculos en el caso de la patata.

En las hojas, los primeros síntomas aparecen como manchas irregulares de aspecto acuoso, como si fueran manchas de aceite, de un color verde pálido o grisáceo. Rápidamente, estas lesiones crecen y se necrosan, adquiriendo un color pardo o negro.

En condiciones de alta humedad, es característico observar en el envés de la hoja, en el borde de la lesión, un fino polvillo blanquecino. Este es el signo inequívoco de la enfermedad: las estructuras del patógeno (esporangióforos) emergiendo para producir nuevas esporas y dispersar la infección.

En los tallos se manifiestan lesiones pardas y oscuras que pueden llegar a rodear el tallo por completo, provocando el colapso y la muerte de la parte superior de la planta.

Y en frutos y tubérculos, en los tomates, aparecen manchas firmes de color marrón oscuro y superficie irregular. En las patatas (y la papa canaria), la infección se manifiesta en una podredumbre seca y granulosa de color pardo-rojizo que avanza desde la superficie hacia el interior del tubérculo, haciéndolo incomestible y abriendo la puerta a infecciones bacterianas secundarias que provocan una podredumbre blanda y maloliente en el almacén.

¿Mildiu o tizón tardío?

La terminología común de la Phytophthora infestans puede variar mucho según la región geográfica, incluso dentro del mismo país.

El nombre de mildiu es más extendido y genérico, especialmente en España. Cuando un agricultor español habla de «mildiu de la patata» o «mildiu del tomate», se refiere sin lugar a dudas a Phytophthora infestans.

En cuanto al de tizón tardío, este nombre es una traducción más literal del inglés «Late Blight» y es el término técnico preferido en muchas regiones de Hispanoamérica. Es igualmente correcto y, de hecho, muy preciso, ya que describe el aspecto de «quemado» o «atizonado» que deja la enfermedad en su fase avanzada.

Principales cultivos afectados por la Phytophthora infestans.

Aunque su nombre está ligado a la patata (Solanum tuberosum), Phytophthora infestans es igualmente devastador en el tomate (Solanum lycopersicum). Ambos cultivos pertenecen a la familia de las solanáceas y son, con diferencia, sus huéspedes más importantes a nivel económico. Otras solanáceas, como la berenjena, también pueden verse afectadas, aunque con menor virulencia.

¿Afecta Phytophthora infestans a la vid?

Esta es, posiblemente, la confusión más habitual y es importante aclararla para un correcto diagnóstico y tratamiento en campo. No, Phytophthora infestans no causa daños en la vid.

El ‘mildiu’ es un nombre común que se utiliza para describir enfermedades de aspecto similar (manchas de aceite y polvillo blanco) en diferentes cultivos, pero que están causadas por organismos distintos y muy específicos:

  • El mildiu de la patata y el tomate es causado por Phytophthora infestans.
  • El mildiu de la vid es causado por otro oomiceto completamente diferente, llamado Plasmopara viticola.

Aunque ambos son oomicetos y prosperan en condiciones de alta humedad y temperaturas suaves, son específicos de sus respectivos huéspedes. Un viticultor nunca tendrá que preocuparse por la Phytophthora infestans de un campo de patatas cercano, ni viceversa.

Esta especificidad es vital para los ingenieros agrónomos, técnicos de campo y empresas de fitosanitarios, ya que, aunque algunos fungicidas de amplio espectro (como los cúpricos) pueden tener eficacia sobre ambos, muchos de los productos sistémicos más modernos y específicos están diseñados para actuar sobre uno de los dos patógenos, siendo ineficaces contra el otro.

Estrategias de control de la Phytophthora infestans.

El manejo de la Phytophthora infestans no depende de una única solución, sino de una estrategia de Gestión Integrada de Plagas (GIP) que combine prácticas culturales preventivas con un uso racional y técnico de productos fitosanitarios y biológicos.

Prácticas agrícolas y culturales.

En un contexto de prácticas agrícolas y culturales, la prevención es el pilar fundamental y se alinea con los objetivos de sostenibilidad del pacto «De la Granja a la Mesa». Las medidas clave incluyen:

  • Elección de variedades resistentes: La investigación genética ha desarrollado variedades de patata y tomate con una mayor resistencia al mildiu. Su uso es la primera barrera de defensa.
  • Uso de material vegetal sano: Partir de semilla de patata certificada o plántulas de tomate libres del patógeno es imprescindible para no introducir la enfermedad en la parcela.
  • Marcos de plantación adecuados: Evitar una densidad excesiva de plantas favorece la aireación, lo que reduce la humedad foliar y dificulta la germinación de las esporas.
  • Manejo del riego: Priorizar el riego por goteo frente al riego por aspersión para evitar mojar el follaje. Si se riega por aspersión, hacerlo a primera hora de la mañana para que las hojas se sequen rápidamente.
  • Rotación de cultivos: Rotar con cultivos no solanáceos ayuda a reducir la cantidad de inóculo presente en el suelo.
  • Eliminación de restos y plantas espontáneas: Las patatas «guachas» o los restos de cosecha infectados son una fuente primaria de inóculo para la siguiente campaña. Su correcta eliminación es vital.

Control químico y biológico.

Desde la perspectiva de los asesores técnicos y las empresas de insumos agrícolas, la elección del tratamiento es un ejercicio de precisión.

Los fungicidas de contacto (preventivos), sustancias como los compuestos de cobre (oxicloruro, hidróxido, sulfato cuprocálcico) o el mancozeb han sido tradicionalmente la base de la protección. Actúan creando una barrera en la superficie de la planta que impide la germinación de las esporas. Su eficacia depende de una buena cobertura y de la persistencia sobre la hoja.

Los fungicidas penetrantes y sistémicos (curativos), cuando el riesgo es alto o la infección ya ha comenzado, se recurre a materias activas con capacidad para moverse dentro de la planta. Moléculas como el cimoxanilo, el metalaxil-M, el propamocarb o el mandipropamid, entre otras, ofrecen una acción curativa y antiesporulante. La estrategia actual para evitar la aparición de resistencias, un reto constante para los fabricantes e investigadores, se basa en la alternancia de materias activas con diferentes modos de acción.

En cuanto a los bioestimulantes de plantas y lucha biológica, en línea con una agricultura más sostenible, crece el interés por productos basados en microorganismos como Bacillus subtilis o extractos vegetales que activan las defensas naturales de la planta (inducción de resistencia). Aunque no suelen tener la eficacia de choque de un fungicida químico, son una herramienta excelente dentro de un programa de gestión integrada, especialmente en la agricultura ecológica.

En todo este contexto de sanidad vegetal, es muy importante saber qué productos son los que están permitidos por la legislación vigente de cada país antes de su utilización.