Los principales fertilizantes fosforados componen un catálogo base para cubrir las necesidades nutricionales de este macronutriente esencial en cualquier cultivo. A él, se suman una importante cantidad de formulaciones que, en su conjunto, ponen a disposición el agricultor soluciones desde minerales naturales de lenta liberación hasta compuestos sintéticos de alta concentración y solubilidad, para responder ante cualquier necesidad de la planta en torno al fósforo.
En este contexto del fósforo en agricultura, la elección del fertilizante fosforado adecuado será una decisión técnica que dependerá de múltiples factores, como el tipo de suelo (especialmente su pH), el sistema de cultivo, el método de aplicación y las necesidades específicas del cultivo.
Fertilizantes fosforados.
Desde hace un tiempo, las empresas fabricantes de fertilizantes y bioestimulantes agrícolas están trabajando en la búsqueda de nuevas fuentes de fósforo, por ejemplo, en elaborar fertilizantes a base de estruvita, biocarbones y cenizas.
Pero entre los fertilizantes fosforados más populares que se vienen utilizando en el abonado agrícola, destacamos algunos de ellos.
Fosfato monoamónico (MAP).
Su fórmula química es NH4H2PO4. Es un fertilizante NP granulado o cristalino que aporta nitrógeno en forma amoniacal y una alta concentración de fósforo. Sus riquezas más comunes son 11-52-0 o 12-61-0 (N-P2O5-K2O).
Entre sus características, el fosfato monoamónico es altamente soluble en agua, lo que lo convierte en una opción excelente para la fertirrigación, especialmente en su forma cristalina.
Su principal característica es que genera una reacción ácida en la solución del suelo (pH de una solución al 10 % entre 4.2 y 5.0), lo que lo hace particularmente eficaz en suelos de pH neutro a alcalino, ya que la acidez localizada alrededor del gránulo ayuda a mantener el fósforo en formas más disponibles. Su relativamente bajo índice de salinidad y la forma amoniacal del nitrógeno lo hacen más seguro para aplicaciones localizadas cerca de la semilla (starter).
Fosfato diamónico (DAP).
Su fórmula es (NH4)H2PO4 y es probablemente el fertilizante fosfatado más utilizado a nivel mundial. Su riqueza estándar es 18-46-0, aportando una cantidad significativa de nitrógeno, todo en forma amoniacal.
Al igual que el fosfato monoamónico, es un producto de alta concentración y solubilidad. Sin embargo, su comportamiento en el suelo es diferente. Al disolverse, libera amoníaco (NH3), lo que provoca un aumento temporal y localizado del pH alrededor del gránulo (el pH de una solución al 10 % es alcalino, en torno a 7.1-7.4).
Este efecto alcalino puede provocar daños por toxicidad de amoníaco en las plántulas si el fertilizante se coloca en contacto directo o muy cerca de la semilla, especialmente en suelos calcáreos. A largo plazo, la nitrificación del amonio por los microorganismos del suelo genera un efecto acidificante neto.
Polifosfato amónico (APP).
Son polímeros de fosfato, con una fórmula general (NH4)n+2PnO3n+1. Se comercializan principalmente como fertilizantes líquidos de coste alto, con riquezas típicas de 10-34-0 o 11-37-0.
Contienen una mezcla de ortofosfatos (disponibilidad inmediata) y polifosfatos (cadenas de fosfato).
Los polifosfatos tienen la capacidad de «quelar» o secuestrar cationes metálicos presentes en la solución del suelo, lo que puede reducir la precipitación inmediata del fósforo y mantenerlo disponible por más tiempo. Las cadenas de polifosfatos deben ser hidrolizadas por enzimas del suelo (fosfatasas) para romperse en unidades de ortofosfato que la planta puede absorber, lo que confiere una liberación algo más gradual en comparación con los ortofosfatos puros.
Fosfato de urea (UP).
Es un compuesto cristalino formado por la aducción de una molécula de urea y una de ácido fosfórico, con fórmula CO(NH2)2⋅H3PO4 y su riqueza típica es 17-44-0.
Es un producto de alta pureza y solubilidad y su característica más distintiva y valiosa es su extrema acidez. Una solución de fosfato de urea tiene un pH muy bajo (en torno a 2.0), lo que lo convierte en una herramienta agronómica de gran valor para la fertirrigación en suelos calcáreos y, sobre todo, cuando se utilizan aguas de riego duras (ricas en calcio, magnesio y bicarbonatos).
Su fuerte poder acidificante previene la precipitación de fosfatos de calcio y magnesio en el sistema de riego, evitando la obturación de goteros y ayudando a mantener limpios los sistemas. Además, esta acidez en el bulbo húmedo ayuda a solubilizar otros nutrientes que pudieran estar bloqueados. Por su alta reactividad, no debe mezclarse con fertilizantes que contengan calcio o magnesio en el mismo tanque de solución madre.
Superfosfato de cal o simple (SSP)
El Superfosfato de cal o simple no es un compuesto puro, sino una mezcla obtenida al tratar roca fosfórica con ácido sulfúrico. Sus componentes principales son el fosfato monocálcico (Ca(H2PO4)2) y el sulfato de calcio o yeso (CaSO4⋅2H2O), y su riqueza en fósforo es más baja que la de los fosfatos amónicos, típicamente entre el 16 % y el 22 % de P2O5.
Su gran ventaja es que aporta, además de fósforo, cantidades significativas de calcio (aprox. 20 % de CaO) y azufre en forma de sulfato (aprox. 12 % de S).
Es una fuente de fósforo altamente soluble y de disponibilidad inmediata para las plantas y resulta una opción excelente para el abonado de fondo en suelos que presentan deficiencias no solo de fósforo, sino también de azufre y/o calcio.
Superfosfato triple (TSP)
El Superfosfato triple se produce tratando la roca fosfórica con ácido fosfórico en lugar de sulfúrico. Este proceso elimina el yeso como subproducto, resultando en un fertilizante con una concentración mucho mayor de fósforo (típicamente 44-46 % de P2O5) pero que, a diferencia del superfosfato de cal o simple, no contiene azufre.
Rocas fosfóricas (Fosforitas).
Las fosforitas son minerales de apatita que se extraen y se muelen finamente para su aplicación directa al suelo, sin un proceso de acidulación química. Su composición y riqueza en P2O5 son muy variables.
Son fertilizantes de liberación extremadamente lenta, que actúan más como una enmienda de suelo a largo plazo que como una fuente de nutrientes de respuesta inmediata. Respecto a su eficacia agronómica depende en gran medida de dos factores: la reactividad intrínseca de la roca y el pH del suelo.
Son mucho más efectivas en suelos ácidos (pH < 5.5), donde la propia acidez del medio ayuda a disolver lentamente el mineral y liberar el fósforo. Destacar que, por su origen natural, son una de las pocas fuentes de fósforo permitidas en agricultura ecológica. Todos fertilizantes fosforados, cuentan además con muchas más formulaciones con el elemento participando de formas muy concretas, componiendo un amplísimo catálogo de formulados con contenido en fósforo para ser aplicados en estados fenológicos concretos de la planta.