Una forma de clasificar las verduras y hortalizas es por su principal parte comestible. Así las catalogamos como hortalizas de raíz y tallo, hojas, flores o frutos.

Al primer grupo se asociarían las zanahorias, ajos, cebollas e incluso las patatas por ejemplo, al segundo las lechugas, acelgas, espinacas, canónigos, rúcula,… al tercero las alcachofas, coliflor, romanesco,… y al último los tomates, pepinos, melones, calabacín, etc. Algunas de ellas pueden llegar a compartir áreas de clasificación, como por ejemplo la alcaparra o el calabacín, en las que se pueden consumir tanto sus flores como sus frutos.

Hortícolas… aromáticas y ornamentales para huertos urbanos

En esta ocasión nos centraremos en las hortalizas de hoja y flor más fáciles de cultivar en un huerto urbano. En el grupo de hojas se engloban las acelgas, achicoria para ensalada, ajos tiernos, apio, berro de agua, berza, borraja, cardo, cebollino, col de Bruselas, col china, col repollo, endivia, eneldo, escarola, espinaca, lechuga, puerro, canónigos, rúcula, etc. sin olvidar a un amplio grupo de aromáticas como la albahaca, estragón, orégano, perejil, romero, salvia, tomillo, etc.

En cuanto al capítulo de hortalizas de flor, el catálogo es bastante más reducido, ya que las especies más sobresalientes son las alcachofas, bróculi, coliflor y romanesco. Aquí, las flores de calabacín también son destacables porque son comestibles, como también los son algunas otras flores de plantas ornamentales como es el caso de la Viola cornuta.

Las hortícolas de hoja nos permiten un periodo de recolección más bien largo. Las acelgas y espinacas por ejemplo varias semanas e incluso las primeras durante varios meses. Por el contrario, las de flor tienen un periodo de recolección muy corto, incluso de días porque si nos relajamos en su recolección pasa su periodo óptimo para hacerlo. A favor de las primeras, también su producción por planta es en general mucho más elevada y así, de una acelga extraeremos en el tiempo una gran cantidad de hojas, lo mismo pasa con las coles de Bruselas… mientras que el bróculi nos dará pocas pellas y en el caso de la coliflor o el romanesco tan solo una.

Plato de ensalada

Un catálogo muy extenso

Cultivar hortalizas de hoja en un huerto urbano es todo un espectáculo. Podemos diversificarlo en cuanto tipo de hortalizas y en algunas de ellas, el catálogo ya de por sí es extenso. Por ejemplo, en el caso de las lechugas las hay de tipo trocadero, romana, hoja de roble, batavia, iceberg, salanova, escarola, cogollo,… estando cada una especialmente indicada para un tipo de plato distinto, como sándwiches, ensaladas, guarnición, etc. Además, con ellas se pueden preparar platos en las que son protagonistas: buñuelos de lechugas, crema de lechuga y cebolla, puding de lechuga, tortilla de lechuga y jamón, etc.

Otra ventaja de algunas de estas especies es que son de ciclo de cultivo bastante rápido y que requieren poco espacio, por lo que podemos cultivar muchas especies y tipos en espacios limitados.

Técnicas de cultivo en hortalizas de hoja y flor

Una de las técnicas más importantes, aunque suene evidente, es cultivarlas en su época natural. Siempre elegiremos la plantación de especies propias de la estación del año. Consumir los productos de temporada es un placer porque crecen acorde a sus necesidades climatológicas reales. Además, al no ser cultivos forzados, crecerán más sanos y con cualidades organolépticas en todo su potencial.

Salvo excepciones, todas estas hortalizas pueden ser cultivadas en macetas y contenedores de unos 20 centímetros de diámetro y una profundidad alrededor de los 30 cm. También en jardineras con una profundidad similar y si disponemos de mesas de cultivo o terreno de campo muchísimo mejor.

Podemos partir el cultivo de semilla o de planteles directamente. Esta segunda opción es muy interesante en cuanto a la rapidez de cultivo y nos da la posibilidad de combinar varias especies en una jardinera e incluso contenedor durante diferentes fases de cultivo (unas terminan el ciclo y otras nuevas lo comienzan, dándoles espacio tras arrancar las que terminan su ciclo).

El sustrato puede ser de los prefabricados para plantas de exterior o de plantación. Estos mejorarán si les añadimos entre un 15 a un 25% tierra de jardín con algo de arcilla. Será finalmente un sustrato algo más pesado, pero mejorará el desarrollo radicular, aportará frescura al sustrato y retendrá mejor los nutrientes aportados en los abonados.

Para los más pequeños de la casa, podemos jugar con el juego de los colores y las formas. Por ejemplo con las acelgas, que las hay de colores rojos, naranjas, verdes y en diversas tonalidades y anchos de pencas y hojas (acelgas de colores). En el caso de las lechugas también nos puede dar un juego que sin duda les ayudará a ver y disfrutar gastronómicamente de la variabilidad de texturas y colores. Aunque ya las hemos mencionado, os describimos las más populares:

  • Lechuga tipo trocadero. De textura fina y mantecosa, ideal para acompañar carnes y pescados, así como para sándwiches y hamburguesas.
  • Lechuga tipo romana. Combina a la perfección con el aceite de oliva virgen, el vinagre y la sal. Sus grandes hojas nos permiten utilizarlas como base para la presentación de diferentes platos.
  • Lechuga tipo hoja de roble. Su sabor nos recuerda ligeramente a la nuez y su especial colorido rojizo y forma de hoja nos dan un toque especial a las ensaladas.
  • Lechuga tipo Batavia. Sus hojas crujientes y extremos de sus hojas dentados la hacen excelente para ensaladas con frutas.
  • Lechuga tipo iceberg. Compacta y versátil se adapta a cualquier uso culinario. Cortada en finas tiras aporta un sabor suave y acuoso.
  • Lechuga tipo escarola. De sabor peculiar entre amargo y ligeramente picante, combina perfectamente con salsas dulces, quesos y frutos frescos.
  • Lechuga tipo cogollo. Con un sabor ligeramente dulzón y textura crocante, son protagonistas de ensaladas individuales, a las que les aporta un especial toque los salazones.

A las hortalizas de hoja y flor también les encantan a los insectos

A los caracoles, los pulgones, las orugas, … Les encantan las hortalizas, en especial las de hojas. Son tiernas y extensas, creciendo de forma constante. Pero no veamos esto como un problema sino como algo razonablemente entendible: a todos nos gusta lo bueno.

Casi todos los días visitamos nuestro huerto urbano, incluso hay quien lo hace varias veces. Además repasamos muy a menudo durante la recolección cada planta, por lo que detectaremos enseguida cualquier inicio de aparición de plaga. Los caracoles y las orugas los podemos retirar manualmente de forma fácil y para los pulgones y mosca blanca, es muy eficiente y ecológico utilizar etiquetas cromáticas adhesivas que atraparan a los adultos nada más se posan en ellas.

En el caso de las babosas y caracoles, suelen esconderse durante el día en el suelo y recovecos más frescos y húmedos del huerto. Busquémoslos siguiendo sus inconfundibles rastros plateados que deja su baba al secarse. Esta puede ser una excusa perfecta para jugar con los pequeños de la casa rastrear y localizarlos.

En definitiva, hortícolas en su mayoría generosas con su producción, sin necesidades de suelos profundos, de crecimiento rápido en poco espacio y que permiten combinar cultivos, ya que sus necesidades de riego y abonado son muy similares. ¿Quién dice que las hortalizas de hojas son aburridas?